lunes, 24 de agosto de 2020

La ruta de Sorte (I) MARÍA LIONZA ¿FE O SUPERSTICIÓN?


La ruta de Sorte (I)
MARÍA LIONZA 
¿FE O SUPERSTICIÓN?


Carlos Grillet - ÉLITE 17/11/1972
Venga, tomado de la mano de ÉLITE a conocer las verdaderas intimidades del santuario de María Lionza y los encantos de la montaña mágica. ¿Qué buscan los creyentes en este culto autóctono? ¿Acaso algo que les niegan los ritos formalistas y académicos de las grandes religiones?


¿Qué es María Lionza? ¿Mito? ¿Leyenda? ¿Superstición? ¿Por qué miles de personas invaden diariamente la Montaña de Sorte en busca de felicidad?

Con este trabajo pretendemos descorrer el velo que cubre este misterio. Comenzaremos por decir qué, a nuestro juicio, y como conclusión inmediata de las investigaciones que hemos conducido a este respecto, el culto a María Lionza no es ni más ni menos que la expresión genuina y espontánea, libre e ingenua, humilde y sincera de la religiosidad de un pueblo que busca apoyo en la devoción de las fuerzas de la naturaleza, un asidero espiritual y material, porque, quizá, no lo encuentra en los ritos formalistas, a veces académicos y fríos, de las grandes religiones.

No se puede condenar, a la ligera, esta creencia popular, atacando su existencia a vulgares supersticiones de gente inculta, ya que tales prácticas parecen confortar moral y espiritualmente a los fieles. Las grandes religiones en Venezuela, por falta de recursos, y porqué no decirlo, de sacerdotes, fracasan en satisfacer ciertas necesidades que la gente busca y cree encontrar en este culto autóctono.

Antes de que usted, amigo lector, vaya tomado de nuestra mano, en un recorrido por la montaña mágica,  por la ruta de Sorte a los predios misteriosos de María Lionza, queremos advertirle que no es nuestra intención inducirlo a qué crea en este culto; tampoco intentamos destruir el culto presentándolo como una peste; simple, y llanamente, trataremos, con la mayor objetividad, con generosa imparcialidad, de exponer las diferentes facetas, los aspectos más resaltantes y llamativos, los detalles más curiosos e impactantes que rodean no sólo al culto sino al ritual con que se venera a esta deidad acuática, a quienes los creyentes llaman la Diosa bondadosa.

Para llegar al Santuario de María Lionza hay que estar asistido de una inmensa vocación de fe. Sorte, la montaña mágica, está enclavada en el corazón de las selvas de Yaracuy. Se trata de un templo, catedral de piedra donde tiene su asiento el llamado Reino de la Reina. Es un lugar de encantos y bellezas naturales que cautiva a primera vista al visitante y encanta al peregrino. A medida que se avanza hacia el santuario se van bailando, en esta maravillosa y tupida vegetación tropical, altares y portales, destinados a la adoración de esta deidad autóctona, cuyo origen es tan misterioso como la misma influencia que ejerce en la legión de creyentes.

También resulta misterioso el nombre de Sorte  (suerte) con que bautizaron esta hermosa Sierra, al lado del acogedor pueblo de Chivacoa.

Veamos, antes de poner pie en los dominios de la reina de las aguas, reina de los animales, y de los ríos de la montaña, Cómo es, a primera vista, este maravilloso escenario que sirve de trono a la Reina Maria Lionza. A decir de los entendidos, la Reina tiene en Sorte un palacio fabuloso, increíble, y está rodeada de todo cuanto de hermoso pueda soñar la más fértil imaginación humana: Inmenso e infinitos salones  el palacio lleno de riquezas incontables; pero todo está bajo permanente encantó, o sea que la vista del humano jamás podrá captarla. 

¿Y cómo saben ésto esos entendidos? 
Muy fácil, se nos dice. Muy fácil. Son los propios espíritus y la Reina misma, quienes nos han confiado estos secretos.  De tal suerte que lo que la mirada del profano ve como una vulgar roca montañosa, es quizás un trono de oro; los árboles, tronos de alabastro; los ríos, corrientes de gemas y piedras preciosas; los caminos y picas, grandes corredores ricamente alfombrados; en fin,  la imaginación Sin fronteras para ponerle nombre de fábula a todo cuando creamos posible, a todo cuando pensamos está más allá del horizonte o el infinito.

Riscos y ensenadas peligrosas separan el templo de María Lionza del sector poblado de Sorte, al sureste de Chivacoa, Distrito Bruzual del estado Yaracuy. Sus moradores transformaron la dependencia agrícola de su existencia, para vivir la mayoría a la luz o sombra del Mito presente en la región. Un mito con fuerza relativamente semejante al de una religión. En efecto como cualquier templo religioso vienen de todas partes del país devotos de María Lionza, la Diosa, Reina o Madre, como la nombran los creyentes.

Esta creencia se ha extendido tanto en Venezuela, que al correr del tiempo, por obra y arte de inescrupulosos,  tratando unos de derivar provecho y otros de desnaturalizar lo autóctono del Mito, al adulterado, o más bien desnaturalizado, sus prácticas rituales originales que como tales eran sencillas, con la introducción empírica del espiritismo, por un lado, y, por el otro, la brujería, la falsa clarividencia y, en general, toda suerte de superchería barata.

De figura hispana, envuelta en los mantos de la superstición indígena, o deformada su figura por detractores que le han endilgado terroríficos poderes o falsas aficciones ninfomanas, María Lionza se ha convertido,  es lo cierto, en un exponente de credulidad criolla quizás el más útil para la penetración estudiosa de altos elementos de nuestro folklore. 

María Lionza ha sido inspiración para los músicos,  pintores, arquitectos y literatos, estos últimos los más comprometidos en su afán de esclarecer acertijos insospechables, en el deshilar de las relaciones históricas o de tradición oral que han tejido de gigantesca estatura el culto de los adoradores de María Lionza. 

Porque hasta hace un par de décadas la leyenda de María lionza se diluyó en consejas que databan de principios de siglo, cuando era Popular en los centros agrícolas de la región y hasta occidente, la narración del pacto que hiciera Juan Barreto con la Diosa para proteger su fortuna que crecía cada día, lo cual podían verificar los aldeanos de la vecindad de Yaritagua en las mañanas soleadas, al exhibir el acaudalado devoto de la Reina, montones de morocotas sobre camas campechanas, construidas de cuero y rebozadas del brillo maravilloso de las monedas de oro.


En estos últimos 20 años, como en ningún otro tiempo de los dos siglos y medio de existencia de este mito venezolano, creció el culto y alcanzó elevados estratos sociales y culturales; degeneraron su raíz ingenua algunos para timar y enriquecerse; envejecieron Su contenido bucólico otros con sentido poético campestre; y los más se entregaron a la necesidad humana de confesar sus angustias, de revelar sus pecados y de ofrecer recompensas para limpiar las culpas acumuladas en el vivir de todos los días.

En este ambiente de encantamiento el visitante se deja llevar por los guías, que antes de atravesar el río piden permisos a los miembros de las Cortes de la Reina María Lionza,  algunos de ellos, (Juan del candado, por ejemplo) franquea el paso, mientras otro (Juan de Yaracuy ) "asegura" una excursión sin peligros.

En los días laborables, lógicamente, es menos nutrida la concurrencia en Sorte. Sábado y domingo son fechas propicias para encontrar repletos los estacionamientos y las ensenadas, cerca de los cañaverales, autos camiones y autobuses son parqueados mientras sus ocupante se internan en los dominios de la reina.

Antes de llegar a los primeros portales, el visitante ya habrá conocido parte del anecdotario de Sorte, así como los primeros avances del espiritismo, unido al culto de María Lionza por lazos muy sólidos, por medio del mediunnnismo es factor central en la mayoría de ritos y ofrendas.


En los dominios de María lionza predominan los verdes intensos y las aguas cristalinas donde los creyentes van a lavar sus almas en ritos de purificación. Montaña de elevada vegetación herida por el paso cotidiano de los seres que declararon la virginidad de la selva. A su paso se hallan los presuntos intermediarios de la Reina, los mismos piaches, bancos, médium, o sacerdotes que transmiten a los crédulos los deseos de la Diosa y sirven a la vez de receptáculo de las recompensas que estos devuelven por favores recibidos.

Uno de estos hombres, tal vez el más pintoresco, es José del Carmen Lloverá Garmendia. El "hermano José" conocido desde quibayo a rocabella desde la "Agüita de Dios" al Paso del diablo" en todos los altares y portales fuera y dentro de los pozos del reinado.


Barba cerrada y larga, bigotes empegostado de sucio y esperma, melena descuidada, vientre abultado, figura pícnica, rechoncho, con sus 140 kilos, parece que no tuviese fuerzas ni siquiera para cruzar el río Yaracuy en su remanso central Sortiano.  Allí los creyentes deben tres sorbos de agua en señal de permiso requerido antes de iniciar el ascenso hacia la catedral de rocas donde en micho natural está la imagen de María Lionza con su corte de potencias las tres potencias: Ella, Guaicaipuro a la derecha y el Negro Felipe al lado izquierdo.

El hermano José encierra en su humanidad todas las características de personajes fakirense y aunque en torno a él existen numerosas leyendas y evidencias acerca de su efectividad de curandero y médium no se esfuerza en aparentar poderes transmitidos por fuerzas especiales ultraterrenas.

-Con Dios o con mi Reina, hago el bien y curo a los enfermos. No receto medicinas. La naturaleza de Sorte me da los elementos necesarios para erradicar los males, para invocar la fortuna y brindarsela a quienes tienen fe.

Tras este tipo de sacerdote marchan en caravana los creyentes, ascenso increíble en la humanidad del gordo barbudo sostenido a veces, en las cuestas por uno de los asistentes, o recién iniciados al culto, quienes prestan sus manos a las espaldas del Hermano cuando da la impresión que su peso lo hará retroceder bruscamente entre los peñascos. 

A 500m del río está el portal del Negro Felipe,  uno de los más importantes en la creencia de los peregrinos. Poco antes el de la Reina Margarita, señalada como hermana de María Lionza, pero con menos adoradores.

En el portal del Negro Felipe está la imagen de Pedro Camejo, el Guerrero de Carabobo que hoy por hoy es el espíritu más solicitado por los clientes que recorren las montañas de sorte en busca de la transportación de su ser consciente a otros parajes para dar cabida en su materia a las inquietudes del ánima baquetona y lujuriosa del representante negro de la corte real sortiana.

Más arriba, más allá de 30 resbalones, el portal de Guaicaipuro iluminado de velones tricolores, representa al indio jefe de Los Teques,  rodeado de losas con leyendas de gratitud y adornado con flores y manzanas que llevan clavados pedazos de madera, horquillas, fósforos y coquetos alfileres.



Los portales "Puente de Luz", "Virgen de Coromoto", "Simón Bolívar", "José Gregorio Hernández", "Minas de la Reina" y otros se multiplican con el aumento de los adoradores, son preludio para el rito a escenificarse al pie de la escalerilla que en el templo de piedras permite llegar al seno mismo del Nicho de la Reina. En cada uno de estos descansos de la ruta de sorte está la ofrenda humilde, tabacos a medio encender, textos en hojas borroneadas por las aguas de la lluvia sortijas de fantasía, regalos de poco valor que son dejados allí por los sacerdotes.
Una vez ante el altar central bajo una inmensa laja de talla natural que parece frizada por manos de un gigante, los sacerdotes, sacerdotisas y creyentes se dejan absorber por la mágica atracción de una jungla hermosa donde los desperdicios dejados por los visitantes es lo único que rompe la armonía exquisita de una flor a prodigiosa subyugante como el ruido de las quebradas que bajan a alimentar los remansos en los iluminados balnearios improvisados por clientes e infiltrados, y algunos mercaderes del culto.

Aquí bajo el Templo mayor se oyen los alaridos histéricos de quienes vienen subiendo invocando espíritus con cantos tenebrosos y repletos de lamentos y paradójicamente de optimismo. Entonces el hermano José abre los brazos para formar una desproporcionada cruz con su cuerpo todos cierran los ojos menos él y una mujer que dice a gritos:
- Mi Reina, mi Diosa, mi madre, aquí estoy, cumpliendo mi promesa de amarte, porque me devolviste mi amor.

(Continuará)


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