martes, 17 de julio de 2018

Poesía: El hueso pélvico





El hueso pélvico
Por Yolanda Pantin

Alma
(...)

¿Entiendes de las dagas que hurgan la sangre
para alcanzar las coronas dogmáticas?
Elizabeth Schön

Aquí el presente le sigue al presente en un mundo de pura y maciza cotidianidad.
Igor Barret

Ten piedad de una casa que se derrumba
Virgilio,
La Eneida, Libro IV


I

Yo venía a través de la ciudad
Desde mi casa al centro,
Al otro extremo de aquel valle,
Cuando se me urgieron respuestas
Para nuestra inconsistencia.
De ninguna parte me sobrevino una frase
Que llegaba con su imagen: el hueso pélvico,
en alto
Que carga una diosa. Algo que no era
Autoderogativo, como acostumbra serlo
Nuestro forcejeo cotidiano, cuando
Arrojamos la materia misma
De la que estamos hechos: sangre,
miasma. Vi
Todo malherido, todo
Como verdaderamente era,
Tal supe que ese centro a donde iba
Era el presente macizo,
Un haz de luz blanca, ciega.
País nombrado con ánimo de sojuzgarlo, peyorativo,
Porque uno es el nombre que lleva,
Y en nosotros no mirarnos,
Cuando todo está desnudo de afecto, hiriente.
Olores de la infancia en una localidad cualquiera:
Turmero. Queda en el tiempo,
Enterrado aquel país irreconocible,
Cuando cruzo el pueblo y
Voy al centro (minerías, guerras), voy
A una manifestación humana,
Así el desfile, náufragos,
Como fantasmas que atosigan
Perlas, las esquinas son esquirlas
De granadas
En un patio interno. Pulpa
Ofrecida, abierta,
Así la patria que no amas.

II

Voy al centro del país peyorativo,
Voy sorteado los obstáculos
Dentro de un paisaje innoble,
Basurales, baldíos,
La luz burda cierra los portales
Del tiempo hacia el futuro.
Queda el presente puro
Que te ha descubierto.
Te descubres en el tiempo
Que has merecido,
Contigo y con tus hijos.
Estás en el vacío
Pero vas al centro,
Sin orillas, sin escampaderos,
En el presente de los descreídos,
Has sobrevivido.
Vamos los sobrevivientes
Junto con la marea humana
Vamos por las carreteras
Atascados
En el tráfago de almas.
Cruzamos la ciudad
Hacia el centro
Caído el sopor
De la mañana,
En el cenit del día,
La canícula, la resolana.
Dejo el auto
En el atolladero
Giro la llave
En la canícula
 Salgo al sol
A la bruta premonición,
Junto con todos.

III
Salve reina
Que estás en las aguas
Digo esta oración
Ante tu estatua
-Mas tú no existes,
Sino en el hueso materno.
Vamos los creyentes
En la hora descreída
Por un puente,
Sobre el presente duro.
Espléndida figuración
De una mujer
Enarbolada
Carga la ciudad
Sobre la espalda
Al centro de su arteria
Fluvial
Pasamos sin mirarla
Reina sagrada
Que un artista supuso
Ver sobre la danza
Espoleada
En su musculatura
Compacta
Carga,
Hacia la vertical,
Un hueso
De interrogación
Patria,
Por el derivativo
Interrogada
Levanta
El hueso duro
De roer

Portezuela,
 finalmente,
Es apertura
Una vez por la hendija,
Cuando llegas con sangre.

 IV
Lee a tus poetas
Lastimeras partituras,
No de las cigarras, paraduras
De niños
En las montañas quietas.
Ay, nada puede intimidarte, poeta,
Ni el viento en los alambres. Sí,
Temidos horizontes
Que escribió Enriqueta.
Mañana será el día
Del enfrentamiento. Te ruego
Levanta la cabeza
Pero que haga sentido
Lo que escribes.

   Las opiniones no son mi fuerte 
Puso Gottfried Benn
        En boca de un pianista,
El sublime Chopin
       De los Nocturnos.
        Así, el artista es preso
     De un interior de sangre
       Hasta dar con su “música”.
       Me adscribo a ese credo
     Que supone fe en arte,
       Como si un trineo se precipitara
     Por sobre una montaña de nieve.
       Pero piensa tú, ahora,
    En las palabras y en los signos
     Que abren. La poesía
      No expresa a un descreído,
        Ni lo absuelve. Es responsable.
       No malgastes su Poder
En estos tiempos
    Sino te encuentras con ella
     En mitad de la noche.


V
(Jamaica. Hubo un naufragio.
Allí carga Eneas
Para sus cascos
Y metrallas.
Amor
ya no es señuelo
Para destino tan alto
PartióLa flota los mares,
Ahíta
De tempestades
Y catástrofes.
Si hubiese sido merced
Reina patria morada
Posteridad
De cuido y belleza
Por el amor
Dejada
Mas
Fuego
Cubrió la zaga
A más llanto épica
Amarga
Tal fue 
El sueño cumplido
Y el sacrificio del Héroe
Cuanto vale
Cuanto resta:

Has de ver el mar
Enturbiarse de maderos
Y crueles antorchas 
Encenderse
El litoral
Hervir en llamas


VI

Nos han cortado el hilo
Umbilical
Se oye la música
De las esferas lastimar,
Caravanas
Patrullas metropolitanas.
Cree, cree en algo
Que no sea corrupción.
Tu mismo lo eres
Desde tu indefensión: un cínico.
Pero estás en tu país,
¿No escribió un sabio
Siguiendo tradición
De siglos, antes de morir
Un signo que conjuga
Respiración con muerte,
Mordiendo la cabeza?
Vamos al centro
Donde un cerco
Humano nos espera,
De amolar los cascos
No habrá bandajos
En este acto multitudinario,
Ni campanas.
Sonaremos los odios,
Ya tajado el país
Cuyo espanto subsiste.
Existe el sol
Esto que parece perorata
Es premonición.
Existe el sol
Priva en el valle
Una montaña en flor.

VII
Patria
Son olores de la infancia,
Un cierto grado
De la luz,
Enero,En la remembranza.
Es una soñolencia,
Certificación que trae
Lo estrictamente subjetivo,
Personal
Hasta la casa.
Patria
Es tu presente oscuro
Lo trivial que también
Te constituye:
Estas serán
Tus banderas.
Casa
Es tu respiración,
El arqueo acompasado
De tu pecho
Sobre tu vencimiento.

No defiendas nada.
Quédate con tus palabras
En tu boca.
Que no sea nada
Lo que has dicho o pensado
Alguna vez. Todo
Lo que a tus manos llegue,
Aún lo que es contrario
A tus ideas y a tus obras,
Recíbelo como dádiva
De tus empleadores.


Pero nos quieren ver
Con las banderas
Hacia el balcón del pueblo
Van los ciegos
Por el desfiladero

VIII
La oscuridad es un territorio
en el que abundan los exploradores. Son opacos
los márgenes de la conducta humana, tenebroso
el origen de la humanidad en la Biblia
y los infiernos de Dante.
La revista Nature
publicó en su número de diciembre
un descubrimiento en el que participaron
25 científicos,
para vislumbrar por primera vez
la materia oscura del Cosmos.
El hallazgo reveló el espectro
de una débil estrella.
apareció el dios Nahuatzin
encorvado y con llagas
hasta convertirse en astro; así
esta enana lisiada.
Pero es Vera Rubin
quien introduce a la materia oscura:
por un momento
que una noche despierta
abruptamente de un sueño. Arriba
a la conciencia, parpadea sus ojos
sondeando la oscuridad
y se encuentra inexplicablemente
en lo vasto de la negrura”.

IX
No ensombrezcas tu día:
Que sea como los otros

Celebrado en familia, una fiesta
De modestos regalos
Avanza, como hasta ahora los has hecho,
Contra el miedo, ya que nunca te ha abandonado
Siendo uno de tus temas, a tímidos pasos,
Sobre el vidrio.
¿Recuerdas la visión aquella noche
De la torre de espejos, en Bogotá,
Por lo que se avenía como una asonada,
En 1989?
No lo olvides, pero que no te amedrenten.
Porque si volviese del paisaje turbio la
mirada
Que arroja tu país en nombre de una ideología,
Has vista ciega y recuerda tus logros:
La casa que has levantado
Como una barricada de color rojizo;
Tus hijos, que viven contigo; las horas
Que le has dedicado a la poesía
Para callar (o no) por sobre el vocerío.

X
Vamos
Por nuestra ración
Desconcertada
Al centro del meollo:

XI
Nada. No ha cambiado el paisaje.
Hasta la herida en la montaña
Del deslave que causó tantas muertes,
La cubre ahora, al cabo del tiempo,
Un cielo impenetrable.
Son iguales las curvas en la carretera,
Atravesando el parque, las ventas
De cambures y empanadas
De pescado, hasta el puente,
Aquella exhuberancia de la vegetación
Que distingue una selva aragüeña.
El pueblo de Ocumare ha crecido,
Pero no se siente una extraña
Al recorrer su plaza sombreada
Y su bonita iglesia, pobre, como tantas.
Algunos intentos de ineptos gobernantes,
Hablan del gesto de embellecer baldíos
Con toscos ornamentos, donde antes había casas
Que, abandonadas, terminaron siendo escombros
Y ahora, muecas.
Es el mismo paisaje de mi infancia,
En el playón: resol de gentes y de licorerías.
Es cierto que nosotros, los niños
Que antes fuimos, no nadamos
Entre espigones que mitigan, siete,
La fuerza de las olas,
Entre aguas contaminadas.
Pero es la misma arena y el mismo abandono,
Cuando no nos perturbaba
La humedad del aire y la tristeza de las
edificaciones;
Menos la música, en los altoparlantes.
Embrutecerse, divertirse.
Igual el agua calmaba nuestros ánimos
Y aunque sintiera miedo en la noche
Al escuchar las olas venir contra la casa,
Cerraba al fin los ojos, pensando
Que el sol saldría para distraer,
Junto al azul caribe,
La indigna realidad que nos informa.

XII
El autor de la nota
Que he citado
Acerca del origen de la oscuridad
Publicada en Internet desde México,
(CNI en línea,
Jueves 9 de diciembre de 2001)
Refiere en su encabezado
La interpretación del mito de Prometeo,
Según Kafka; cómo
Lo único que sobrevivió, dice, 
Del héroe que entregó a los hombre
La luz en forma de fuego, y luego
De haber sido devorado
Por ave de rapiña,
Su cuerpo tajado, atado a una roca,
Cansados los dioses, y la herida,
Al cerrarse, cansada, también, en olvido de
sí,
Tal como olvidaron el águila y los dioses,
Y el héroe mismo, uno con la roca,
Al replegarse,
Quedó la montaña de roca, inexplicable.

XIII
Descendimos del auto
En el atolladero
Vimos a la diosa
En alto
Que es vida
Por donde la flor del valle
En la montaña
Corona
Atrás la oscuridad
Quedaba
De la estrella
Lisiada.
La luz entraba
Por el hueso
De la madre
Como resurrección al mar
Por los desfiladeros
Adentro
De una casa.


Caracas, diciembre de 2001





El poeta, con su palabra, reelabora y registra la realidad para devolvérnosla más desnuda y liberada de mecanismos defensivos y negadores.No puede cancelar ni transmutar aquello de lo que no puede escapar, pues está inmerso en y hambriento de realidad. En El hueso pélvico, Yolanda Pantin se sumerge en las oscuras corrientes que cruzan el momento presente y atraviesa la categoría mítica de país y de nación, sin eludir la razón histórica para dar cuenta de este instante sostenido en la vivencia de la trágica división, del vacío amenazante. Este poema es un viaje al centro del país y un clamor desesperado a las fuerzas regeneradoras de lo femenino, única energía que puede conjurar la inconsistencia que nos define como patria, como país y como ciudadanos.


Biografía del autor

Yolanda
Pantin

Caracas (1954)

Estudió Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. Ha publicado Casa o lobo (1981), Correo del corazón (1985), La canción fría (1989), Poemas del escritor (1989), El cielo de París (1989), Les Bas Sentiments(París, Fourbis, 1992), Los bajos sentimientos (1993), La quietud (1998), Enemiga mía. Selección poética 1981-1997 (Madrid: Iberoamericana, 1998), El hueso pélvico (2002), Poemas huérfanos (2002), La épica del padre(2002), País (2007), 21 caballos (2011), País. Poesía reunida 1981-2011 (Madrid: Pre-textos, 2014). En 1989 recibió en Caracas el Premio Fundarte de Poesía. Fue becaria de la Fundación Rockefeller en Bellagio Study Center. En 2004 recibió la Beca Guggenheim. En 2015 le fue otorgado el Premio Poetas del Mundo Latino "Víctor Sandoval" (México) por su trayectoria literaria.

FUENTE

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