sábado, 18 de mayo de 2019

MARIA LIONZA EN HISTORIETAS




Por: Gabriel Jiménez Emán

El ser humano ha mostrado, a través de toda su historia, la necesidad imperativa de crear mitos. Mitos que reflejen su potencialidad generatriz y encarnen parte de su voluntad por construir representaciones simbólicas de la realidad que vayan más allá de lo puramente circunstancial, otorgando perennidad a sus expectativas, proyectos y sueños. La capacidad imaginante del ser humano ha creado fábulas y leyendas, dioses y mitologías, estructuras simbólicas que le permiten explicarse las cosas no solamente por medio de la lógica racionalista, sino también gracias a una serie de eventos sobrenaturales o intuitivos que pueden constituir mundos cerrados, acabados y suficientes como los que configuran los mitos. Toda sociedad, grande o pequeña, en mayor o menor grado, se ha trazado la búsqueda de una identidad interior a través de cosmogonías que le posibilitan el acceso a mundos imaginados, y ellos tienden a forjar una perfecta correspondencia con sus dioses. En el caso de las religiones, éstas se encargan de encauzar la fe de los creyentes, de sopesar su trascendencia imprimiéndole un valor a la vida aún cuando ésta haya desaparecido, para resguardarla luego en el espejo íntimo de la memoria.

Esto es lo que sucede con nuestro mito de María Lionza, el cual ha sincretizado buena parte de una serie de fuerzas telúricas, nocturnas, lunares y acuáticas, selváticas y femeninas que tienen lugar en unas montañas ubicadas en el valle de Yaracuy llamadas Sorte y Quivayo,  a donde acuden sus fieles todos los años en fechas de Semana Santa, el 12 de octubre o en el mes de agosto a rendirle el debido tributo, mientras ella y las fuerzas que la sostienen a su vez ejercen un poderoso influjo en la mente y el cuerpo de los creyentes de todo el país y de otros países suramericanos, con irradiación suficiente para convertirse en nuestro primer mito femenino y pagano que, al entrar en contacto con el santoral popular y las deidades católicas, ha terminado por constituirse en el mito venezolano por excelencia y ha venido cobrando cada día mayor cantidad de adeptos, seguidores y estudiosos. Se ha abordado el fenómeno haciendo uso de diversas formas analíticas y artísticas, antropológicas, históricas, literarias, plásticas, musicales y cinematográficas, creando para la diosa una rica iconología que ha promovido los más dispares acercamientos, siendo los más afortunados los que se han emprendido desde el universo plástico en grabados, dibujos, pinturas, esculturas, tallas populares. María Lionza ha sido centro de la inspiración popular, espontánea, culta o refinada, pero siempre sugerente.

De esta voluntad de expresión no podía faltar el lenguaje de la historieta, un lenguaje que toma de la narración, la plástica y el cine, de lo visual y de lo escrito, para conquistar sus lectores, que es justamente lo que ocurre en este libro. Se trata de un conjunto de historias sobre la diosa surgidas unas de las leyendas populares y otras más apegadas al mito; unas de la tradición oral y otras de la iconología inspirada en la célebre escultura de Alejandro Colina. Pero casi todas tienen en común una solvente eficacia gráfica o un dominio plástico evidente, que van desde las versiones minimalistas o anecdóticas hasta otras más elaboradas o barrocas.

 Alexis Ziritt

Edixon Rodriguez

En la primera parte del libro se advierte justamente lo consignado en las realizaciones de Alexis Ziritt y  Edixon Rodriguez; mientras que en “El llamado de la diosa” de Iván Santiago la historia se contemporiza, se vuelve actual al ser interpretada desde el contexto de hoy, con el interés adicional de involucrar al dibujante del propio comic como parte del argumento, en una suerte de viaje por el tiempo, para conectarse finalmente con la diosa. Con seguridad es la historia más original del conjunto.

Luego tenemos a Yili Arana en “Yara Super Star” haciendo una crítica social con mucho humor negro y mordacidad, cuando expone a un grupo de empresarios de la publicidad lanzando a María Lionza como un producto en una campaña turística, para despojarlo de su verdadero sentido. “María Lionza dentro de ti” se llama el trabajo de Jesús Torrealba, donde nos presenta un trabajo de escasa anécdota y mucho efectismo, y su tema central es la femineidad receptora (“desbordante de feromonas”) como potencial de energía.

Walter Sorg

Siguen en un mismo bloque de comics los que podríamos llamar los minimalistas: Reinaldo León con su estilo tenebroso, en blanco y negro, artísticamente impecable, con muy pocas palabras o rotulaciones. Ricardo Aguilar con “Sólo un sueño” entra en una atmósfera ingenua, lírica diríamos, protagonizada por un niño y su abuelo en un viaje en automóvil. Mientras que Walter Sorg, el más minimalista de los tres, reduce su trabajo al puro dibujo, sin utilizar palabras, en un hermoso tratamiento del rostro humano donde se resaltan los detalles de los ojos para crear efectos en un espejo y lograr un loable virtuosismo dibujístico.
Luis Molina en su trabajo “Caravana a Sorte” se adentra en el mundo de los trances e iniciaciones rituales, usando a un niño como móvil de la narración en un estilo plano, simplista.

Si nos referimos a los invitados internacionales, debemos mencionar  al colombiano Carlos Idrobo, quien ha trabajado su comic con un azul índigo muy hermoso, que le imprime la debida atmósfera misteriosa a una narración densa, muy intensa en la creación de personajes sombríos, una versión muy bien llevada y redactada de nuestro mito.

Desde México, Francisco Arce (guión) y Rubén Darío (arte) del Grupo 656 Comics de Juárez nos pasean por una narración urbana en Ciudad Juárez, donde la violencia moviliza la historia, colocando a un par de jóvenes que llegan a esa ciudad en una situación de peligro extremo en manos de delincuentes, y entonces surge al final un personaje vengador que salva a la muchacha de la humillación, en un sostenido trabajo narrativo.

En la mayoría de estos artistas se pone de manifiesto un exigente criterio plástico y una destreza notable para lograr los respectivos efectos, que en el comic deben producirse en simultaneidad de planos, en una simbiosis muy particular de elementos donde palabra e imagen deben dar la sensación de movimiento, como si estuviésemos presenciando cine impreso. Sería necesario entonces indicar que con este libro se abre un capítulo nuevo para la interpretación artística de nuestro principal mito popular, y a la vez abre una invitación a otros artistas y dibujantes para que incursionen, a través del comic, en las diversas historias  y relatos que se construyen a diario en el rico imaginario popular de los venezolanos.



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