jueves, 17 de septiembre de 2020

María Lionza en el folklore y la cultura popular venezolana

 

Foto: Portal "Las aguas de María Lionza"

Los Teques. Edo. Miranda


Es común decir que todo lo relativo a la Madre y Diosa venezolana es un hecho estrictamente local, que ha pervivido en torno a elementos o espacios naturales, y que sus bondades no han estado presentes en hechos históricos, políticos y sociales, desde los propios orígenes de la Venezuela precolombina. Elementos históricos como la presencia de deidades, en los remansos de un río, en toda una cordillera, o sencillamente un alto número de adoratorios a las márgenes de ríos y quebradas, sustentan esta hermosa realidad.


Es un hecho manifiesto la presencia de María Lionza en diversas manifestaciones de la vida venezolana; como el caso de nuestra cordillera andina y como en este espinazo de montañas, consigamos entre pueblos de tronco Chamas, Cuicas, Timotes, Aricaguas y giros, celebraciones o fiestas donde destacan, deidades como el Ches, Ikake, entre otras, cargados de maracas y flautas, van dando un gran reflejo de la pureza indígena que vibra en torno a la Madre y Diosa Maria Lionza.  Cuando hablamos de María Lionza, en un contexto más historiográfico,  vamos a citar a  a Juan Liscano en su libro "El sentido de la tierra" cuando señala: Acaso el culto a María Lionza sea una de las tentativas más audaces de conciliación entre los aportes africanos, hispánicos e indígenas. La trilogía sagrada está compuesta por María Lionza, blanca de negra cabellera y al mismo tiempo hija de cacique, sincretismo de la Virgen Maria de la Onza, de la Chiquinquirá, y de alguna divinidad africana, como Yemayá, diosa de las aguas, si es que no es ella misma, del Indio Guaicaipuro, y del Negro Felipe. Allí refleja un sinnúmero de elementos hoy confundidos o mal interpretados que nos colocan frente a una confusión de elementos.


 Tal confusión la conseguimos tan clara hoy, pero el propio Liscano nos las aclara cuando describe lo siguiente: "El espíritu de estas figuraciones divinizadas, sacramentadas, se apodera de los cultores, mediante el uso del tabaco, del ron y la plegaria. Esta trinidad comprende las tres razas y al colocar como vértice del sagrado  triángulo a María Lionza, reencuentra no solamente el aliento de las culturas matriarcales, de las religiones de la gran madre, figuración de la naturaleza en sus diversos aspectos, sino también del culto a María.


Por otro lado, este autor señala y nos contextualiza aún más al indicar que "Guaicaipuro representa el principio bélico, puede ser Changó, como San Miguel; y el Negro Felipe, casado con la India Rosa, completa la tríada de nuestra nacionalidad. Otro rostro del Negro Felipe es el Negro Primero y el Negro Miguel, héroes de la negritud, el primero caído a los pies de Bolívar en la Batalla de Carabobo, y el otro decapitado en los umbrales de nuestra historia, por haber querido romper las cadenas  de la esclavitud y fundar un país de negros libres."

Por: Gallardo, Luis G.

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