Axel Capriles M.

Quizá uno de los rasgos más resaltantes de la espiritualidad latinoamericana sea su sincretismo religioso. Dentro de ese indefinible espacio de una fantasiosa realidad que compone nuestro más entrañable ser, convergen y se entrelazan mitos y rituales de los más diversos orígenes y procedencias. En el mismo calderón donde se mezclaron biologías de origen americano, africano y caucásico, se entretejió la esencia de nuestra espiritualidad. Figuras mitológicas amerindias, santos cristianos y ritos africanos convergen para crear algunas de las más dinámicas religiones de la humanidad, religiones abiertas que, en transformación continua, incorporan el más amplio espectro de tradiciones, héroes históricos o figuras populares. Como extraordinaria muestra del sincretismo religioso de la América Latina y de nuestra capacidad para incorporar día a día nuevas formas de espiritualidad, encontramos el culto de María Lionza.

Una de las características más resaltantes de la figura mitológica de María Lionza es la de sus múltiples atributos. Agrupando las diversas versiones de la leyenda como factores constituyentes de un mismo mito, María Lionza es un clásico ejemplo de la complejidad y polivalencia del arquetipo de la Gran Madre. El arte de los períodos Neolítico y Chalcolítico se caracteriza por el aumento de las manifestaciones y representaciones de Grandes Diosas. Con el desarrollo de las diferentes mitologías, los diversos atributos de las diosas, anteriormente concentrados en el carácter global de la Gran Madre, fueron proyectados y distribuidos en diferentes diosas. Esto, al menos, lo podemos observar en el desarrollo religioso de la antigua Grecia y el Asia Menor. Este fenómeno traducido al lenguaje psicológico equivale a decir que la totalidad de la forma psicológica o arquetipo, representado por la diosa, fue escindido por el mayor desarrollo de la consciencia. Ahora bien, ¿cuál es el significado de que una figura mitológica con semejanzas a las diosas de la tradición pre-indoeuropea y de las viejas mitologías universales se mantenga y aumente su fuerza como personaje de devoción religiosa en un país latinoamericano contemporáneo? ¿Qué nos dice Maria Lionza con su cuerpo musculoso, su torso desnudo? ¿qué dicen las aguas del río Yaracuy, el goteo de los siete licores, el humo de un tabaco en los cuatro caminos del universo?

Como mitología viviente y como culto en expansión, María Lionza abriga un mensaje, un pedazo de significado hablándole al espíritu de un segmento importante de la población que aprecia y entiende su lenguaje. Pero su sentido, su simbolismo, es tal vez más general, y como expresión de la función religiosa de un pueblo, se refiere a un aspecto compensador de la consciencia colectiva. Es ese aspecto el que intentaremos indagar y para ello presentaremos, primeramente, una serie de paralelos mitológicos que muestran la universalidad del arquetipo para luego pasar a su interpretación psicológica.




María Lionza es la reina, madre o diosa principal del culto que lleva su nombre

En general, es una diosa protectora de la naturaleza, dueña de los animales, de las plantas, lagos, ríos, lluvias, montañas y minerales. Según algunas versiones, María Lionza vive en un bello palacio situado en una cueva, bajo un lago en las montañas de Sorte, Estado Yaracuy. Se encuentra rodeada de animales, espíritus subordinados y el alma de personas que están pagando los servicios prestados por la diosa. Está sentada en un trono de serpientes acompañada por un león y un macho cabrío. Es representada montando un tapir, un jabalí, o un jaguar. En la Autopista del Este, principal arteria vial de Caracas, donde recibía numerosas flores y ofrendas, la estatua del escultor Alejandro Colina la mostraba sobre una danta con los senos desnudos y los musculosos brazos levantados. Esta es una expresión bastante común en la estatuaria primitiva de las Grandes Madres egipcias y mediterráneas, símbolo de la religiosidad que inspiraban dichas diosas como fuente nutricia de vida del “principio femenino”.

María Lionza contiene una serie de contradicciones. Por un lado, es una virgen, ya que en sus orígenes era una doncella, una india joven y virgen, también identificada con la Virgen María. Para muchos estudiosos de la psicología de la religión como Karl Kerenyi, Carl Gustav Jung o Erich Neumann, lo femenino en su carácter de Gran Madre es “Virgen”, un principio creador independiente del hombre personalizado, el poder y la riqueza de lo femenino aparte, más allá, del “principio masculino”. Por el otro lado, María Lionza es una prostituta sensual, una seductora que atrae a los hombres como la Lorelei teutónica. Este último es un aspecto del mito amazónico básico de Yara, Uyara o Wauyara, la mujer bella de los ríos y de la selva, la deidad acuática que atrae a los hombres hasta su palacio subfluvial. De la misma forma compleja, María Lionza es una diosa de los bosques y praderas, “la doncella de los animales” y de la naturaleza salvaje que es al mismo tiempo una diosa de la fertilidad, patrona de la vegetación que otorga la fertilidad a los campos y a los humanos. Sobre su desarrollo mitológico cabe recordar que María Lionza era una india caquetío de ojos claros que según la leyenda debía pertenecer a las serpientes y espíritus acuáticos. La india fue raptada por una gigante serpiente anaconda la cual murió inmediatamente y después de una inundación María Lionza ocupó el reino de la serpiente. Posteriormente la reina fue extendiendo su poder hacia otros niveles de la naturaleza. El mismo patrón de desarrollo lo encontramos en la Gran Diosa Siria del Ras Shamrah quien, en el principio, era la ninfa de un lago y luego comenzó a extender sus poderes hasta convertirse en diosa de las plantas y animales.

Los diferentes estudiosos y las autoridades en el tema tienden a discutir aspectos que son desde nuestro punto de vista innecesarios. Algunos folkloristas, por ejemplo, comparan a María Lionza con Yemanyá. Otros autores opinan que eso es imposible ya que los negros Yoruba nunca llegaron a Venezuela. El que los Yoruba hayan o no llegado a Venezuela no aumenta o disminuye la veracidad del hecho de que la deidad venezolana tenga características o atributos parecidos a Yemanyá. Como ha sido claramente demostrado por los especialistas en religiones y mitologías comparadas, así como por la antropología estructural y la psicología analítica, figuras mitológicas parecidas aparecen no solamente en la totalidad del continente americano sino que cubren distancias de África a Europa, de Asia Menor a la India y de Indochina a Oceanía. ¿Por qué el hombre representa sus dioses en formas tan parecidas en todos los continentes del mundo? La imposibilidad de explicar por migraciones y transculturación la ubicuidad de los símbolos en las diferentes partes del mundo nos lleva a pensar en la tendencia humana (y que es de esperar que el hombre tenga una condición humana y que reacciones ante el mundo en forma de hombre y no de reptil) a responder espontáneamente ante el mundo con determinadas características que llevan a símbolos parecidos. Son estas estructuras o formas de percibir el medio ambiente dentro de ciertos límites a las que llamamos, en psicología, “arquetipos”.

Dada la amplitud del material referido al arquetipo de la Gran Madre y a la ubicuidad de los símbolos en las diferentes partes del mundo, nos limitaremos al aspecto de “Señora de las Bestias” y trataremos solamente algunos paralelos americanos y mediterráneos.
En la mitología amazónica brasileña, principalmente entre las tribus Tupi, existe una serpiente de fuego, Boitatá, que es la protectora de la selva, el agua y los animales. Esta serpiente acompaña habitualmente al Caapora o dueño de los animales. En Bahía, el Caapoara es suplantado por su esposa la Kaicara y relacionado con Tatacy otra deidad femenina parecida a la mujer del bosque. Caapora, Cúpira o Kurupira, cabalga en una danta, un jabalí o un jaguar y, al igual que María Lionza, es el dueño de la selva, cuida las bestias salvajes y persigue al cazador que mata a los animales sin necesidad. La conexión entre culebras o serpientes, lagos y deidades femeninas es un símbolo bastante común para el arquetipo de la Gran Madre y es de frecuente aparición en todas las mitologías universales. Lo podemos observar, por ejemplo, en la Gran Madre Maya, Ixchel, la diosa lunar de las inundaciones en cuya cabeza descansa una serpiente. En México, éste es un patrón común: la madre terrible de los indios Cora como serpiente lunar acuática; la mujer serpiente de los aztecas que otorgaba fertilidad a plantas y animales; la diosa obsidiana de la caza quien fue, en sus orígenes, un dragón en un lago; las deidades serpientes, madres de los indios Hichol que consideran sagrados las fuentes y los ríos.
Bachué, la tierra madre y madre de los hombres para algunas tribus Muisca, se sumergió en un lago y se convirtió en una enorme serpiente. Las diosas Madres fenicias, al igual que otras diosas mediterráneas, son representadas acompañadas por culebras y Kuma, el espíritu supremo de los Yaruro del Orinoco, es seguida (o) por una serpiente y un jaguar divinos. Estos dos animales en una constelación determinada representan el aspecto masculino, el lado terrible y devorador del arquetipo, la urobórica y destructora mujer serpiente: la Medusa, Hécate, la Equidma. Los esquimales de Labrador creen en algunas diosas dueñas de los animales de tierra y en otras, como Sedma, doncellas de los peces. De la misma forma, entre los indios de la zona del Roraima, en la Gran Sabana de Venezuela y Brasil, la mujer de Rato es una madre acuática dueña de los peces. Estos últimos paralelos son bastante interesantes ya que las prácticas shamanísticas relacionadas con esas diosas tienen algunas similitudes con las prácticas mágicas del culto de María Lionza.

En muchas figuras de la Creta Minoica, la Gran Madre aparece como doncella de las aguas sosteniendo culebras o sentada con animales y culebras a sus pies. Hay una gran cantidad de cabezas de serpiente relacionadas con torrentes y ríos. Como parte del simbolismo de las diosas de los períodos Neolítico y Chalcolítico representa la función regeneradora de las fuerzas de vida, las diosas eran flanqueadas por animales caracterizados por su fuerza física. En Creta la Gran Madre reina sobre la vida salvaje o cultivada y aparece asociada con toros, machos cabrios y leones. En Knossos la doncella de los animales aparece en el tope de una montaña flanqueada por dos leones. Las grandes diosas egeas son principalmente diosas de la fertilidad con poderes sobre las plantas y los animales. Son diosas procreativas con caderas o vírgenes guerreras que avanzan escoltadas por leones y gobiernan las bestias salvajes. Sin embargo, es posible encontrar en Creta formas más específicas de las bestias en las figuras de Dictyna y en la Britomartis, la virgen dulce, la cazadora que fue premiada por Artemisa por su castidad cuando huyó de Minos.
Las grandes diosas cretenses y las de Asia Menor parecen haber influenciado la Gran Madre helénica Rhea quien en Asia Menor era considerada madre de la Montaña y era relacionada con animales. Esta alteración se debió principalmente a la Cibeles frigia, la diosa de la Tierra y su aspecto salvaje primitivo. Cybeles era adorada en el tope de las montañas y dominaba animales que generalmente la acompañaban. Es representada sentada en un trono flanqueado por dos leones o en una carrera tirada por los mismos animales. Astargatis, la diosa madre Siria es también representada sentada sobre dos leones al igual que Atheh la diosa Cilicia o la mesopotámica Lilith de la noche, alada, entronizada sobre leones.




Como señalamos anteriormente, María Lionza es una Señora de Bestias Asociada con la virginidad al igual que con sensualidad y fertilidad. Pueden ser positiva y benévola o puede tener un carácter vengativo, oscuro; castigando a la gente, pidiendo tributos o convirtiendo a los seres humanos en piedras, todo dependiendo en su justicia caprichosa y de su estado de humor.


Estas dualidades constantes están presentes en la Señora de los animales griega: Artemisa, cruel o benévola, cazadora virginal o diosa de la fertilidad. Las Grandes Madres de la época Micenica tenían también ambos caracteres: vírgenes y diosas de la fertilidad. El hermafrodismo de las diosas de Asia Menor se refleja, según Kerenyi, en el hecho de que fueron identificadas por un lado con una virgen cazadora, Megale Artemis, y por otro era representación múltiples senos.
La helénica Artemis Agrotera es una joven virgen de la caza quien recorre regiones salvajes y montañas llenas de torrentes ríos, acompañada por ninfas y oceánidas. Ella es la pura y la fuerte rodeada de animales. Es acompañada por perros cazadores y ciervos y supuestamente era una osa, en tiempos primitivos cuando Grecia tenía una fauna más tropical una leona. Durante los festivales anuales de Artemisa los perros de caza eran coronados y las bestias salvajes no eran molestadas. Como en el caso de María Lionza, los hombres que intervenían en el reino Artemis tenían que pagar tributo porque si no eran castigados. Así fue el caso de los dos jóvenes atenienses que mataron al oso que había herido a su hermana, o el caso de Agamenón que había matado a un ciervo sagrado. Artemis podía ser vengativa, salvaje y cruel como con Actaeon y Kallisto; la Artemis Brauronia quien pedía la consagración de niñas y castigaba con la locura; la Artemis Trauria que pedía sangre y sacrificios humanos en Laconia, o la Artemis Orthia que pedía flagelación de jóvenes en Esparta. Vale la pena señalar que la costumbre de flagelarse en sacrificio a la diosa la encontramos también en el culto de María Lionza en donde algunos peregrinos de Sorte se flagelan antes de cruzar los ríos y poder subir la montaña hacia el altar principal de la Reina. Al mismo tiempo, ambas diosas podían ser benevolentes trayendo prosperidad a quienes las honran, la Artemis dulce que gozaba de la danza y de la música.

Como diosa lunar Artemis era a veces identificada con Hécate. María Lionza comparte también algunas características de las diosas lunares Chibchas y la deidad universal Nabusa. Artemis en su carácter de diosa lunar presidía el nacimiento de los niños y ayudaba a las mujeres en el parto. La Artemis Arcadia refleja la feminidad divina de la naturaleza, su belleza, extrañeza y pureza, al mismo tiempo que refleja su aspecto oscuro y salvaje. Por otro lado, la Señora de los Animales cretence y las Grandes Diosas del Asia Menor aparecen en la ciudad de Efeso como una Artemis lista para la maternidad, como una diosa de la fertilidad. Es representada con una túnica con animales y múltiples senos. En Efeso, se celebraba una vez al año una fiesta en honor a Artemis Diatis como divinidad de las aguas, manantiales y lagos. Ella otorgaba fertilidad a plantas y animales. La Gran Diosa del Avesta, Ardvi, una deidad primitiva de aguas, al igual que Anahita de Irán, Nana o Nanaia de Babilonia y Mesopotamia, y Astarte de Fenicia fueron identificadas con Artemis en India. En Delos era una diosa orgiástica y lasciva. En el sur de Cicilia la Artemis Sarpendonia suplantó a las diosas asiáticas y daba oráculos a través de sacerdotes y médiums que eran poseídos por la diosa y caían en éxtasis divino. Llama la atención al leer las descripciones de los ritos la similitud que tienen con los rituales mágicos del culto de María Lionza. Según Frazer, como Artemis era originalmente una gran diosa de la fertilidad y por cuestión de principio la que fertiliza debe tener un consorte masculino, encontramos en Troezen al hijo de Teseo, Hipólito, como amante de Artemis. Existe el mismo paralelo en la Diana de los romanos y Virbius en Nemi. Vale la pena mencionar que las aguas de la gruta en Nemi eran usadas, como los ríos en las montañas de Sorte, para curar a los enfermos. La señora de las bestias era invocada para curar las enfermedades. Con esto queda visto que la figura de Artemis es bastante compleja y al igual que la María Lionza, los principios contrastantes de virginidad y fertilidad, benevolencia y rigurosidad fueron unidos en la misma deidad.


Artemis fue posteriormente asociada con Isis y el eslabón conector fue Bast, la diosa gata de Egipto. La diosa arcadia tiene relaciones y es a veces confundida con múltiples figuras femeninas como Kalisto, Diktinna, Britomartis, Hécate, Diana, etc… La lista de Señoras de Animales podría continuarse interminablemente. Pasiphae, Circe, Europa, Tauropolos, o la diosa Beocia de las bestia que domina los tres reinos de agua, tierra y aire simbolizados por el pez, el lobo y el pájaro, son algunos ejemplos. Por último queremos mencionar que la figura de la señora de las bestias conectada con Eros, como en María Lionza donde la magia de amor es un aspecto importante del culto, la encontramos también en la antigua Grecia. Afrodita en la región de Troya no era únicamente una diosa del amor ya que aparecía acompañada por animales salvajes y relacionada con la madre de los dioses. En los himnos Homéricos es una doncella de los animales seguida por leones, lobos, osos y leopardos, que se alegra y llena el corazón de las bestias con amor.

El símbolo para la Venezuela de hoy Desde un punto de vista racionalista o del respetado “sentido común”, el mayor desarrollo de un país debería estar acompañado por una disminución en el pensamiento mágico de la población. No deja de ser un fenómeno bastante interesante el que rituales y prácticas religiosas con características tan arcaicas como las del Culto de María Lionza estén aumentando y expandiéndose en la Venezuela contemporánea en vez de disminuir. A pesar de haber existido antes de la conquista espíritus de la naturaleza parecidos a María Lionza, casi todos los interesados en el tema afirman que la rápida expansión de las actividades relacionadas con la diosa es bastante reciente. Antolinez considera que el nacimiento de la forma actual del culto fue el 1936 y son pocos los autores que lo sitúan antes del gobierno del general Gómez. En cualquier caso, existe una falta general de documentos referentes al culto durante el siglo pasado. Una de las características mitológicas mas resaltantes de la figura de María Lionza es su aspecto de “Señora de los Animales”. Ahora bien, la pregunta que nos interesa es la siguiente: ¿Qué hace una “Señora de los Animales” en una secta religiosa de un país petrolero del siglo XXI? Para llegar a una interpretación aproximada de esta figura mitológica hay que considerar que el símbolo tiene, por lo menos, dos significados diferentes según estemos hablando del hombre en la Edad de Hierro o del hombre en la edad de los servomecanismos y las modificaciones en el código genético. En el primer piso, el símbolo religioso representaba un aspecto de la consciencia colectiva de ese momento histórico, un logro en el proceso por el cual un sistema consciente emerge de la psique inconsciente y se instala como nuevo principio regulador. En el segundo caso, la figura religiosa viene a representar simbólicamente un aspecto no aceptado dentro del “status quo” una compensación por el sobre-énfasis de las actitudes conscientes y la psicología del ego, una invasión irracional. Otro punto importante para la interpretación es que la “Señora de las Bestias” no se enfrenta, por lo general, con los animales sino que los domina y le pertenecen, y, lo que es más, no sólo los domina sino que muchas veces los protege como es el caso de María Lionza.

Cualquiera que sea el tipo de manifestación de las múltiples diosas que tienen similitudes con la diosa venezolana, todas pueden ser englobadas en lo que se ha dado por llamar el arqutetipo de la Gran Madre, en una epifanía muy particular que es la de “Doncella de las Bestias”. María Lionza como reina de la naturaleza, como gobernante y protectora de los animales es una expresión simbólica de un principio que rige sobre los poderes animales de la psique, el indómito e instintivo inconsciente. El mundo del inconsciente es experimentado simbólicamente como el mundo de la naturaleza y los animales y a diferencia del principio masculino de la consciencia, orientado hacia el “logos”, la figura femenina que rige dicha naturaleza es una expresión de la jerarquía propia del mundo natural. Como es factible, deducir del arte, mitologías y religiones universales, el hombre, como ser eminentemente simbólico, ha tenido que vivenciar por proyección sobre los animales la gran cantidad de sus pulsiones inconscientes.


Cuando el hombre postula en un sistema religioso una diosa ya totalmente humana que controla y ordena el mundo animal, una autoridad sobre las pulsiones instintivas, está señalando un principio psíquico, superior a lo instintivo y específicamente humano, que mantiene un orden en la psique no reflexiva. Este principio tiene características particulares diferentes al sistema consciente como lo podemos observar en la serie de dualidades presentes en María Lionza. La virgen que fertiliza representa la fase de desarrollo psicológico de un matriarcado inconsciente donde lo femenino establece un orden sin la actividad divisoria de la consciencia. El espíritu femenino domina por igual sobre las polaridades y, sin oponerse al orden natural, representa un principio de organización que servirá de base para la conciencia sensorial y motora (es una diosa del mundo animal y por lo tanto más evolucionado que el vegetal) que mantendrá el ego y la civilización.
Neumann en su excelente obra sobre la Gran Madre expresa: “La Gran Diosa es una personificación de todas aquellas estructuras psíquicas que son superiores a los instintos a pesar de no estar todavía completamente libres y a la disposición del ego pero que (sin embargo) tienen que ser experimentados por el ego como una divinidad numinosa aparte de él…
Así como el orden jerárquico del cuerpo subordina los órganos individuales y exige el sacrificio de su independencia en favor de la totalidad (del organismo), así la Gran Madre exige sacrificios en todos lados. Pero aquí el sacrificio implica una renuncia voluntaria en favor de un contexto mayor que abarca la vida entera y por lo tanto la existencia humana… Dado que la unidad de la vida es un fenómeno central dentro de la situación de la organización psíquica, cualquier disturbio a esta unidad -la caída de un árbol, la muerte de un animal- debe de ser compensada por un ofrecimiento ritual, por un sacrificio”. Dicho en un leguaje psicológico, cualquier unilateralidad de la posición consciente que menoscabe los intereses de
otros aspectos de la personalidad conlleva a una compensación y a una emergencia de elementos inconscientes.


Ahora bien, apliquemos esta sucinta y rápida interpretación a la existencia del culto a María Lionza en la Venezuela actual. Pensemos que desde el punto de vista colectivo la Venezuela de principios de siglo contaba con muchos medios más para mantener contacto con las funciones no conscientes de la psique y por lo tanto para mantener y controlar la unilateralidad y los ideales conscientes. Pensemos en una Venezuela que aún se mantenía económicamente por el contacto de la tierra y los animales, en una Venezuela devorada por las guerras, en un tiempo donde la tradición, la religión y el costumbrismo tenían más peso que en la actualidad. Repentinamente, después de la pacificación del general Gómez, al país que le impone una mayor organización y control, declina la actividad agrícola y pecuaria con la actitud mental que la acompaña, se desarrolla la industria petrolera, y las concepciones sobre el tiempo y el desarrollo comienzan a cambiar sus fisonomías. Posteriormente, empieza la emigración rural y la concentración
urbana. La psicología e ideales del ego se instalan repentinamente como valores totales en el desarrollo social y al igual que el nuevorriquismo o la aparición demasiado rápida de cualquier aspecto de la vida humana, dichos valores toman un énfasis exagerado y unilateral.




Todos los aspectos nuevos de la función necesitan una adaptación progresiva para que sean verdaderamente efectivos. El venezolano pierde todo contacto con los elementos colectivos de su psique, se ven atraídos por la añagaza de la vida prometedora de la ciudad, y los ideales de progreso, tecnología, futuro, desarrollo y riqueza, es decir, valores más afines a una psicología del ego, pasan a ser los dominantes. Poco a poco la población marginada del país comienza a sentir (aunque no necesariamente de manera consciente) que todos los ideales de nuestra vida racional no parecen ser soluciones para sus necesidades y sufrimientos. Que a pesar de haber olvidado las primitivas e inaceptables costumbres y creencias de sus abuelos, que a pesar de creer en el progreso y las oportunidades de las nuevas fuentes de trabajo y la nueva tecnología, él, su vecino y el 50% de la población de su país siguen en condiciones infrahumanas y nada de su dolor o sufrimientos ha sido solucionado, nada de sus anhelos y esperanzas se han visto cumplidas. De manera subliminal, racionalizado, negando o desplazando, se logra un “insight” psicológico que no llega directamente a la consciencia: “los ideales del ego no se han mostrado suficiente efectivos, la consciencia, su irradiación social, no ha logrado solucionar mis problemas”. Por medio del mecanismo autorregulador de la psique las tendencias inconscientes compensadoras a la actitud consciente aparecen en los dueños y fantasías así como en las mitologías, leyendas y religiones de todos los tiempos. Esta emergencia de las imágenes inconscientes, este rechazo a lo racional, lo podemos observar claramente en el culto de María Lionza donde la mediumnidad, las técnicas estáticas, la posesión y el trance ritual son de primera importancia. La posesión implica una exclusión del tipo de consciencia diurna. En la situación estática hay una solución de la vida consciente en el cual el médium se ve penetrado por los elementos del inconscientes colectivo que hablan a través de él y llevan a la cura, la visión y la profecía. Ante el principio organizador del ego, que se ha mostrado hasta el momento ineficaz para solucionar los problemas de la vida cotidiana, el creyente busca bajar el nivel de la consciencia a través de la situación ritual, el consumo de alcohol, el tabaco, y todo el ambiente alrededor del trance del médium, la creencia del grupo y los ritos mágicos. Después del “abaissement du niveau mental” explicado por Janet, de una disminución en el umbral de la consciencia sensorial y reflexiva, emergen principios previos del desarrollo y organización de la psique. Esta vez será a la “Señora de los Animales” a quien se le pedirá la solución de los problemas ante los cuales el mundo racional se ha mostrado incapaz. “La Doncella de las Bestias” conseguirá trabajo y dinero, ganará la lotería, buscará el esposo alcohólico, ayudará en los estudios, otorgará salud y traerá felicidad. El Ego ha sido invadido, ha sido poseído o referido por el Espíritu, por los arquetipos del inconsciente colectivo, por la Gran Madre, por María Lionza.