viernes, 3 de marzo de 2023

La milagrosa ánima del taguapire llegó a Caracas




  • Se trata de Francisca Duarte, una mestiza llanera, que en el Guárico fue ejemplo de bondadosa abnegación.
  • Se extiende el culto de las ánimas y otras, de pareja fama, como el "Ánima de pica pica" y el "Ánima de Boves" también son adoradas.
  • Hombres y mujeres que elevan sus fervorosos ruegos a la "almita" de Pancha Duarte. 


Por Lucy Gómez 

Fotos Héctor Rondón

Elite 3 de septiembre de 1976


La devoción popular hacia santones, curanderos y cultos diversos, encuentra en Venezuela asideros insólitos. El culto de las ánimas, por ejemplo, aumenta día a día en Caracas y en el interior del país. Una acabada muestra de ello es la creciente popularidad de la llamada "Anima del Taguapire": en vida. Doña Francisca Duarte.


La historia de Francisca es típicamente llanera, y exhibe el sabor de las cosas netamente venezolanas. Esta devoción se desarrolló hoy hasta el extremo de sustentar un culto organizado y una venta ininterrumpida de estampitas, "despojos" para pisos, "ungüentos milagrosos", velones y jabones para baño.


Y de pronto, este fervor místico inunda a Caracas. Los rezos y ruegos el Anima suben desde los ranchitos de los cerros, pero es posible descubrirlos también en algún apartamento suntuoso. como curiosa mezcla de superstición У de vértigo urbano...

UNA MUCHACHA FEA Y ENFERMA

El culto a Pancha Duarte, el "Anima del Taguapire", se centra en la región llanera del Guárico, entre Santa Maria de Ipire. el Socorro y Barrialito.


A pocos metros de Santa María de Ipire, al lado de un gran árbol Taguapire. se levanta hoy una gran capilla, adonde los camioneros y gandoleros que pasan por la carretera llevan sus ofrendas. Allí hay un tránsito incesante de personas que cargan sus "regalitos al Anima" y formulan promesas. Más aún: la Iglesia católica tomó también en sus manos el culto del ánima, y en el lugar se realizan misas ajustadas al rito oficial.


Lo interesante del cuento es quien está enterrado allí, y como se ha desarrollado una creencia realmente profunda entre los habitantes de la región.


A principios del siglo pasado, tras una niñez dolorosa por la necesidad y la pobreza, Pancha Duarte, una muchacha mestiza que a más de insignificante era fea y enferma, había llegado a la adolescencia marcada por las llagas y la anemia.


Parece que ya entonces era bien conocida en una región enmarcada entre Santa María de Ipire, el Socorro y Barrialito.. Francisca Duarte era una joven disminuida que arrastraba penosamente sus males; según la leyenda, lo más notable de su fisonomía eran los sarpullidos y lacras que manchaban toda su piel.


El primer milagro que realizó. fue consigo misma: se supone que por inspiración divina, o apelando a una sobrehumana fuerza de voluntad. trató de curarse para empezar con nue vas anergias su faena espiritual.


Buscó yerbas que estrujó sobre su cuerpo dolorido y afirma la tradición que bebió el jugo y los parásitos desaparecieron como por encantamiento.


No fue por eso más bella. pero renació a una nueva vida "por dentro", aseguran sus fieles.


Por aquella época, Francisca Duarte se ocultó casi por completo a la vista de los demás. Cuando resurgió, años más tarde, y ya con una aureola de bien y santidad alrededor suyo -fruto de sus actos, en los que sobresalía la ayuda al necesitado- lo hizo como sirvienta en una hacienda del Guárico llamada Barrialito. Allí causaba la admiración de todos su férrea voluntad de hacer el bien, que en cierto modo la hizo reinar en aquel hato.


Aunque no era bella ni demasiado inteligente, incluso el mismo dueño del Hato, Don Natalio González, sentía respeto por la muchacha. Predecía las cosechas, sabia curar ganado, adivinar cuándo vendrían las lluvias y cuándo la sequía. Acudía en busca de los enfermos y los moribundos a cualquier hora. sin importarle la distancia ni la hora, el frio o el calor. Ella iba con un pan debajo del brazo, un manojo de hierbas en la mano 


Se asegura que era desprendida y bondadosa. Cuantos la conocían con los años termina- ron pidiéndole siempre la bendición y se hizo alrededor suyo de la admiración y el respeto de todos.


EL ANIMA


Pero el nudo de la historia de Francisca Duarte nace donde la de otros tienen su término: en la muerte. En la hora de acabarse la existencia de la sirvienta de Don Natalio González, cuentan las gentes que el cielo se oscureció que "empezó a llover con gran fuerza". Los relámpagos rojos cruzaban la inmensidad del Ilano. Era un día encapotado y sombrío aquel en que habría de morir aquella mujer que en los últimos años, entre los trajines y los esfuerzos diarios, se había contagiado de paludismo. Estaba afectada en órganos vitales y en las postrimerías del siglo pasado se echó a morir.


En aquella época no existían, tierra adentro, las urnas que protegen el transporte de los cadáveres hasta las fosas de entierro. 


Era muy natural envolver al cadáver en una sábana o manto, que depositaban en una hamaca o en un chinchorro, los cuales, sostenidos por varios hombres, eran cargados hasta su destino.


En el caso de Pancha Duarte, el cortejo trató de llevarla al lejano cementerio del poblado, a campo traviesa. Los relámpagos proseguían intermitentemente y el agua y el barro dificultaban el caminar de los cargadores. Y algo sumamente raro comenzó a notarse: un peso inexplicable, tremendo, se advertía en el cadáver. A la señora la traían de Suata, en el Estado Anzoátegui, para el Guárico pero nunca pudieron llegar. En un momento dado no cargaban, sino que arrastraban el cuerpo.


Trataron de descansar, mientras el terror los invadía, pero cuando intentaron levantarse de nuevo, vieron que el río de más adelante estaba crecido y no les permitiría el paso. El cadáver descompuesto, además hizo cundir un terrible mal olor. Un caminante, que asistía al esfuerzo imposible, les gritó que no intentaron llevársela de nuevo.


Y la enterraron en el sitio, debajo de un árbol llamado del Taguapire. "Pancha Duarte -explica a ELITE una viejecita devota- no quería que la sacaran de entre su gente, de entre sus predios. no quería confundirse en un cementerio local, quedar olvidada"..


En unos cuantos años, los que la conocieron y otros que pasaban por allí se acostumbraron a rezar en el sitio mismo del entierro, y poco a poco se fue regando la noticia de que el Anima del Taguapire "concedía" favores. Su fama de milagrosa y dadivosa creció en los llanos. Así se alzaron el túmulo sencillo primero y la iglesia luego, donde se erigiría a su alrededor un gran culto. Hoy, en el lugar, -administrado y controlado por la Iglesia-, se practica la misa católica.


Los peregrinos acuden de todas partes, y como dice el libro que habla, de su historia, para "solicitar" una gracia del anima y recibirla hay que pedirla en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y rezar la Oración al Anima del Taguapire. Además, se recomienda hacer alguna caridad en nombre de Francisca Duarte, como una forma de difundir los beneficios del culto.


TAMBIÉN RUEGA


La devoción invadió ya Caracas, lo que demuestra por lo menos la fe inmensa que ha despertado en su región de origen y lo resultados de esa "liturgia pagana".


Una perfumería del Centro de la capital empezó ya a hacerle promoción y hoy hay "despojos para el piso", aceites de baño. velas y toda una batería que aprovecha el nombre de Francisca Duarte ¿Son efectivos o no todos estos artilugios? Depende tal vez de la fe de cada personal en todo caso, son innumerables los hombres y mujeres que adhieren cada día a este culto espontáneo y sencillo cuyo mayor mérito es el de exaltar la humildad, la sencillez y la bondad.


El Anima del Taguapire quizá sea la más famosa, pero no es la única de las que adora el pueblo venezolano. Otras. originadas en el mismo llano, le llegan muy de cerca en la fe profunda a que. dan lugar.


Una de ellas es la famosa "Ánima de Pica-Pica", muy cercana a la del Taguapire. Tiene la curiosa peculiaridad de que no cosecha tanta popularidad en el Guárico, como entre las personas extrañas a la región. Efectivamente, sus milagros parecen haberse repartido entre gente pudiente: políticos, ministros y otros altos funcionarios que no se avergüenzan de elevarle sus ruegos.


Hay que citar también al Ánima de Boves". No se trata del célebre caudillo isleño de la época de la guerra de Independencia, sino de un homónimo. Humilde músico, que una noche se quedó dormido en el campo y fue ultimado a cuchilladas. Después de ser enterrado en el mismo sitio donde cayó, campo adentro, lejos de Santa María de Ipire, las gentes que pasaban por el sitio le rezaban y tal vez alguna le pidió favores. Que parecen haber sido concedidos, porque desde entonces, también tiene un culto, que de noche hace ver de lejos el sitio, brillante de velas. 


POEMAS AL TAGUAPIRE


Uno de los mejores síntomas que denotan la fuerza de la fe arrolladora que en Caracas ha despertado el Anima. es el hermoso poema que un gran poeta venezolano, J.A. de Armas Chitty, le escribiera. 


ROMANCE DEL ÁNIMA DEL TAGUAPIRE 


Mirar de frente la vida y en el duelo siempre darse.

Ser caracol de la angustia, de la angustia innumerable.

En el dolor de los otros confundirse y encontrarse.

Así crecida y señera, cayó un día Pancha Duarte...


La hamaca en silencio cruza, los desiertos chaparrales.

La negra cobija dice, que va la muerte de viaje.

Los hombres lanzan al viento, sorda y oscura la frase:

"esta muerta si que pesa, parece piedra compadre"


Son diez los que van. Diez hombres

y es cansino y duro  el viaje,

salieron de Barrialito, con el lucero en pañales

Doce leguas, barro flojo, Santa María un miraje,

ron escaso, sol de invierno y con la fatiga sin cauce,

un inmenso taguapire, les dió cobijo un instante.


Y cuando de nuevo fueron, a alzar la hamaca, a doblarse

para continuar el rumbo, se miraron los semblantes, 

los diez hombres no podían, tener en vilo el cadáver.

Voluntariosos quisieron, a una voz incorporarse,

y tanto pesa la muerta, que se quedan vacilantes.

Del guatacaro rugoso, se retorcía el mecate,

y un silbo de ánima en pena, llena de sombras el aire.

"Que la enterremos parece, decínolos Pancha Duarte",

dueño de su voz robusta

grita Segundo Canache.


La enterraron en silencio, todos con el gesto grave,

al pie de unos Taguapires, que daban fondo al paisaje,

Y crecen piedras y  flores, nace la cruz de Apamate.

El olvido llega un día, con  sus mudos matorrales,

y Pancha Duarte ya es dueña, del mas hermoso mensaje

Salvador Faro, una vez, le oye cruzar en el aire,

y ve el agua de regreso, al bosque mudo que arde,

iluminadas las cruces y entre sollozos distantes

un hilo de largas sombras, confundiéndose en los árboles.


"¡Anima del Taguapire!", se escuha en cerros y valles,

de Uracoa a Barinitas, en las orillas del Guaire;

en Ipire que es la tierra de sentir y de sembrarse,

donde aseguran que han visto, a Dios cruzando las calles.


Su casa de hoy deslumbra: oro , perlas, cortinajes.

En verso noble su vida la dijo PrósperInfante

Invocarla es tener siempre, segura una luz distante.

Voz anónima y eterna, agua que del pueblo nace,

bandera, sed y frescura, hito de cielo en la sangre

río de fe sin orillas, ¡Corazón de Pancha Duarte!.

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