lunes, 23 de noviembre de 2009

Beatriz Veit-Tané, la Maria Lionza que renace




Llegue llorando a la casa de María
Luisa, mi familia me había criticado
muy duro, me habian tratado muy
fuerte. Al verme así ella me dijo:
.. -¿Te rasgaron el alma ?
-¡Sí, me quitaron el
apellido!- respondí'.
Ella sonrió al decir:
-Ven manana para darte uno.
Desde ese dia siguiente me
llamo Beatriz Veit-Tane.
Maria Luisa, mi Madre Cósmica, me explicó su significado:
Veit-Tane es «Sol Radiante».
; Muchos años pasarían para
que Beatriz Veit-Tane supiera
qué alumbra ese sol, hasta donde llegan esas radiaciones.




Por: AURA MARINA SANCHEZ R



La vida de «Sol Radiante» es particular, como la historia de todos «los escogidos». Esta muchacha, oriunda de la Caracas de mil novecientos veintiocho, que se convierte luego en la personificación de la imagen de María Lionza, desde pequeña desarrolló percepciones extra-sensoriales. Sus padres, un maestro de la Escuela Magnética Espiritual y guarda templo de la Masonería, y su madre, una sanadora Rosacruz, dieron fruto a quien sería una significativa sacerdotisa de María Lionza, la Diosa indígena. Sin saberlo, crearon las condiciones espirituales para la misión que ella escogió, a pesar de que insiste: ¿Beatriz se autonombra?, ¡no! Los seres como yo no se autonombran, nacen».
Estamos ante Beatriz Veit-Tane, la mujer que una vez sintió el imperioso mandato de expandir el conocimiento de María Lionza, develar al mundo sus poderes, valores indigenistas de sus ancestros, capacidades curativas y predictivas.
Llegamos a ella ante la necesidad de reivindicar a la mujer que a los 78 años se pregunta desde un ancianato: «¿en que fallamos?» y siente la urgencia de rescatar su his­toria, de darle un nuevo impulso a su vida y emprender acciones para «elevar a la madre creadora a nivel del padre, y que ambos al unisono otorguen una gran fuerza para crear un mundo nuevo para los hijos del siglo XXI.

Continua preguntando: «¿en que hemos fallado para la creación de un universo armónico?».




Se queda absorta, con la mi-rada distante y responde para sí con voz tenue y el rostro inmóvil, cual si estuviera frente a una pantalla de cine que nosotros no vemos, pero para ella rueda la cinta del pasado. La voz apenas perceptible dice: «fallamos en que nos pusimos a crear partidos políticos, izquierdas, derechas y muchas cosas que nos fragmentan, que nos dividen».
Estamos diluidos entre jóvenes estudiantes de Arte, Antropología, Comunicación... no importa el área, jóvenes sensibles. Casi con angustia alguien pregunta: «¿que debemos hacer?».

La voz tenue se hace firme, los ojos recobran fuerza y con toda seguridad exclama: «¡crear un parlamento de paz! Eso es lo que tenemos que hacer, y ustedes en la universidad tienen que hacerlo, todos tenemos que hacerlo para dejarles ese mundo de paz a los hijos del siglo XXI, que vendrán y serán bellísimos».

La mujer que así habla nos cuenta como fue el inicio junto a sus grandes maestros María Luisa Escobar, Alejandro Colina y Pedro Centeno Vallenilla. Ellos la conectaron con la Diosa; a través de ellos la conoció, la venero y se dedico a servirle, a levantar la creencia en ella.

¿Que cómo lo hizo?Con una claridad meridiana Beatriz nos dice: ¿quienes son los que creen en Ma­ría Lionza?




Bueno... antes -porque ahora cree todo el mundo- eran los pobres, los desposeídos. Para levan­tar la imagen de la Diosa ante ellos y ponerla al lado del padre Todopoderoso, para que ellos pudieran creer, tenga que hacer curaciones y ayudarlos. Para eso tuve que pasar por muchas cosas, muchos sacrificios y aprender... demostrar los poderes, que me daba la Diosa. Así fueron creyendo en ella. Yo uso un triángulo en el medio de las cejas, para que todo lo que yo lance regrese, porque tengo la pituitaria muy abierta, los campos magnéticos están muy abiertos de la lucha misma, sobre todo de la noche en la montaña, eso hace crecer mucho la pineal, la expande. Me hizo aprender a ver todo, a saber quién viene, a conocer a la gente y tener una gran intuición».

Se incorpora de pronto y lentamente se dirige a un atril con papel en el que comienza a dar trazos y explicar: «La energía de todos los dioses al llegar a la Tierra entra por Europa y se representa en padres, madres, ofrendas, flores y frutos, in­cienso, colores. Lo mismo ocurre en Oceanía, pero se representa con Buda, luego en África con Changó y después en América, y aquí entre los dioses esta María Lionza. En todos los continentes se repiten las mismas formas de representaciones: los dio­ses, las ofrendas, flores y frutos, rojo, incienso. Mana Lionza representa un tótem de los indios del sur, significa la agilidad y la inteligencia, que tiene que aplastar el odio y la intriga como hace la danta con las patas sobre la culebra. El pecho desnudo de Ma­ría Lionza simboliza la desnudez de América para abrirse al crecimiento que todos tenemos que generar».


Continúa comentando: «cuando Alejandro Colina estaba haciendo la escultura, me pregunto: "Beatriz, ¿le pongo ombligo?", y respondí': "no, maestro!, ¡ella no puede tener ombligo, porque ella es la primera madre, la más grande madre!"».
La oportunidad de contactar a esta mujer y su historia nos alerta que detrás, muy detrás de la disputa, de donde se coloca la escultura de Colina, están los valores que pueden movernos a generar el crecimiento que América desnuda espera.

Publicado originalmente en - Revista A Plena Voz N. 27 - Pág. 46



Conoce más de la sacerdotisa de María Lionza haciendo clic AQUÍ


Puedes leer también sobre su iniciativa en pro del rescate del culto y de la Montaña Sagrada haciendo clic AQUÍ

Conoce el Baile en Candela y la popularización del mismo haciendo clic AQUÍ

4 comentarios:

Carmen Cristina Wolf, Editora dijo...

Abrazo fraterno.

Carmen Cristina Wolf, Editora dijo...

Abrazo fraterno.

Carmen Cristina Wolf, Editora dijo...

Gracias a Aura Marina Sánchez R. Por este hermoso reportaje sobre Beatriz Veit-Ana. Me gustaría saber donde puedo encontrarla. Carmen Cristina Wolf, nieta de María Luisa Escobar. Gracias!

Maria antonieta dijo...

Hola Beatriz es maria Antonieta me podrias llanar tengo que volver a verte