Como una falta de respeto a
las creencias autóctonas del venezolano, se publicó un artículo del abogado Emilio
Nouel, en el que ofrece una burda parodia del culto a la Diosa venezolana María
Lionza, con el fin de descalificar a sus oponentes políticos.
Por: Eloy Marchán
Gráfica: Lil Quintero
Como es costumbre en nuestro
país, la fe del venezolano se pone en juego dentro de la coyuntura política en la
que vivimos desde tiempos inmemorables. Sólo por ilustrar lo anterior, recordemos
la masacre a la que fueron sometidos nuestros aborígenes (y luego los esclavos
traídos de África) por no abrazar la fe cristiana que se les impuso. Así, en
cada oportunidad hubo una forma (cruenta o no) de cuestionar la fe y el sentir
religioso de quienes cuidaron sus tradiciones ancestrales.
Pocas referencias
encontramos del accionar de la denominada “Santa Inquisición” en nuestro país,
en la zona en la que hoy encontramos a los estados de Lara, Yaracuy y
Portuguesa, región donde se ubica la residencia de una deidad femenina adorada
en ríos y cuevas, que resistió hasta nuestros días bajo el nombre cristianizado
de “María”.
Es María Lionza, la Diosa
que aún hoy resiste en sus fieles y admiradores las críticas y
descalificaciones que se generan desde distintos ámbitos en nuestra nación. Si
bien es cierto que esta deidad acuática es defensora de la flora y fauna, y
como reza en la bandera que porta su popular imagen “Protectora de las aguas” no
sería errado que sus fieles acudan a ella ante el fenómeno “El Niño” que ha
causado el cese de las lluvias que fecundan nuestras tierras y colman nuestros
embalses del vital líquido.
Es precisamente en este
contexto que Nouel toma como punto de partida para hacer burla de la creencia
popular venezolana al hacer un símil que describe así:
Sería,
pongámonos noveleros, una suerte de ceremonia a lo alto del Ávila -¡perdón! -
de Waraira Repano, velas y velones por doquier, imágenes del Negro Felipe, la
India Rosa y la Reina Guillermina, en la que la inefable “cancillera” del país,
ataviada cual indiecita maquiritare, con tocado de plumas de guacharaca y
collar de quiguas y pepas de zamuro, unas maraquitas en cada mano, bailara
sobre unos carbones al rojo vivo, como en Sorte, pidiendo a “La Reina” que
interceda ante el espíritu de Guaicaipuro, deidad de la Corte India, para que
lance sobre nuestra tierra reseca un diluvio aliviador que nos rescate de la
sed, la oscurana, la sarna y el malo olor corporal.
A
su alrededor, en círculo estricto, Nicolás, dando saltos con un tambor culo
e’puya terciado; Aristóbulo, disfrazado de San Juan Guaricongo, fumando un
habano enviado por el mismísmo Fidel; Diosdado, de incógnito, vestido como Mono
de Caicara para que no lo reconozcan los militantes del PSUV; Carreño de
Burriquita girando enloquecida y Cilia de sacerdotisa Beatriz Veit Tané,
tomando y escupiendo buches de cocuy; todos en trance, en un baile frenético,
echando espumas por la boca, mascullando una lengua ininteligible, al ritmo de
una pieza escrita para la ocasión, por el excelso compositor folklórico Paul
Silvester Gillman, y por supuesto, presidiendo el rito, una gigantografía de la
deidad principal: el Difunto, el Eterno y Mayor Destructor de la comarca.
La solicitud que desde estas
líneas hacemos a Nouel se enmarca en el respeto que su persona debería profesar
a una creencia popular que tiene multitud de seguidores en toda Venezuela y el Caribe.
Respeto que, reiteramos, merece la sacerdotisa Beatriz Veit-Tané, una de tantos
referentes al hablar de la historia del culto; el mismo que merecen nuestras
etnias aborígenes y que no merecen que nadie, mucho menos un venezolano,
reitere a través de sus escritos a nuestra cultura popular como referente de
desprecio y burla.
1 comentario:
Estimado Nouel " NI CRITIQUES NI OPINES DE LO QUE DESCONOCES PORQUE TE CONVIERTES EN IGNORANTE"
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