domingo, 13 de agosto de 2017

RELÁFICA DE LA NEGRA HIPÓLITA NODRIZA DE BOLÍVAR





Es imprecisa la fecha de su nacimiento y se da por probable el 13 de agosto de 1763, en San Mateo, localidad del hoy Estado Aragua. 

BREVES REENCUENTROS

Hipólita regresó a San Mateo, y se reencontró con su niño Bolívar, ya Libertador, en los días de la heroica defensa de La Victoria en febrero de 1814, cuando acampó en el pueblo de San Mateo. Allí estuvo la mamá negra, acompañándolo pero también “socorriendo a los heridos”, y por sobre todo, “infundiendo esperanza”, como refirió Carmelo Paiva.

Tiempo después, regresó a Caracas para vivir en la Parroquia San Pablo, donde hoy día está la urbanización El Silencio. Importante mencionar que aunque Bolívar concedió la libertad a sus esclavos y esclavas, ella, al igual que Matea, se mantuvo vinculada con la familia, de hecho, María Antonia y su hija Valentina estuvieron siempre pendientes de la mamá negra.

Volverán a verse en enero de 1827, cuando Bolívar visitó Caracas para intentar detener el movimiento separatista impulsado por Páez y conocido como La Cosiata. Caracas lo recibió en alegría colectiva y decorada con ramas, palmas y coronas de flores y banderas. Cuentan que en medio de la multitud reconoció a Hipólita, así que rápidamente se bajó del coche para ir a los brazos de su vieja querida.

HIJO PROTECTOR

Aunque no se vieron durante largo tiempo, Bolívar siempre estuvo pendiente de Hipólita, y en diferentes cartas, que podrán encontrar en archivolibertador.gob.ve, quedó el testimonio de su estrecha relación:

“Mi querida Antonia: Del dinero que queda en tu poder procedente de la letra, tendrás la bondad de dar a Hipólita cuarenta pesos”.

“Mi querido Álamo: La vieja Hipólita deberá ocurrir donde V. para que le dé treinta pesos de mi cuenta mensualmente”.

“Mi querido Anacleto: (…) te mando una orden para que dicho arrendador pase mensualmente a tu madre cien pesos mensuales, y a la vieja Hipólita treinta para que se mantenga mientras viva”.

AL ALTAR PATRIO

Hipólita se fue a otros paisajes el 25 de junio de 1835. Un mes después sus restos fueron llevados a la capilla de la Santísima Trinidad, en una cripta junto a los Bolívar. En el marco del Día Internacional de la Mujer y como parte del Plan Nacional de Descolonización, Hipólita, mujer afrodescendiente, ingresa al Panteón Nacional.

RETRATO HABLADO DE HIPÓLITA POR REINALDO BOLÍVAR

“(…) Hipólita es una esbelta joven, típica mujer originaria de África Occidental. Su estatura está por encima del promedio que consideraban los esclavistas debía medir una “pieza” (…) es de contextura fuerte y cuerpo hábil. Son conocidas sus destrezas como jinete. Por ser servicio doméstico tiene la oportunidad de lucir ropas acordes con la opulencia de sus señores (amos). Ha adquirido destreza en la preparación de alimentos y en el cuidado esmerado del bebé y luego niño Simón. Se expresa con soltura y don de mando a la vez. Aprovechando que su propio hijo es de la misma edad que Simoncito se las ingenia para cuidarlos a ambos, responsabilidad para lo cual es de suma ayuda la niña Matea, ya muy hacendosa y conocedora de los oficios (…)”.
 FUENTE:

RELÁFICA DE LA NEGRA HIPÓLITA NODRIZA DE BOLÍVAR 
POR ANDRÉS ELOY BLANCO


¿Uté ha visto?,
¡Le va a pegá!
¿Y po que le va a pegá?
¿Po que e su mama?
Esa e rasón; 
Yo también soy su mama;
Su mama somo la dó.

¡No me le pegue al niño,
Misia consesión!
Déjemelo maluco,
Déjemelo grosero,
Déjemelo lambío,
Déjemelo pegón.

¿Qué les pega a los blancos?,
¿Qué le pega los negros?,
¿qué le pega a tós?
¡pues, que les pegue, que les pegue,
que les rompa el morro,
que les rompa el josíco,
que tiene razón!

Mi niño no é malo,
Lo que pasa é lo que pasa, Misia cosesión:
Que defiende a los chiquitos,
a los negritos,
a los blanquitos,
contra e grandulón.

Mi niño Simón é malo,
Mi niño Simón pelea,
Mi niño Simón é el diablo,
Mi niño Simón é la incorresión de la incorresión…

¡Pero é que uté no sabe, é que uté no sabe
cómo hay gente mala, mi ama Consesión!

Que viene lo blanco malo,
que viene lo negro malo,
que viene lo grande malo,
¡ahí esta el pegao!
que le brinca a la bemba,
que le brinca al guargüero,
que le brinca a la pasa,
que le brinca a tó;
y tiene justicia pa pone la mano
y é la incorresión de la incorresión…

¡No me le vaya a pegá!
Uté no é más mai que yo.
Déjemelo endiablao,
Deje que pelee
Mi niño Simón…
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