En la montaña de Sorte por
Yaracuy
en Venezuela vive una Diosa
una noble reina de gran
belleza
y gran bondad amada
por la naturaleza e
iluminada de caridad
Rubén Blades.
Hablar de diosas y reinas en
nuestros días amerita de múltiples lecturas, desde la clásica visión del mundo
y la nobleza pasando por las deidades celestiales hasta considerar la más común y popular expresión del pueblo, para
referirse a una “simple mortal” con atributos especiales (o no tan especiales)
esto es tan sólo cuestión de gustos.
En nuestro querido Yaracuy, referirse a la Reina o Diosa es una
cuestión completamente distinta, va mucho mas allá de la religión que se
profese o practique; la reina es la reina, todos saben a quien nos referimos,
sí es ella, la conocida como María
Lionza, María Lionza, María de la Onza. Ella viene a encarnar en América al igual que la diosa Venus, la diosa de la
naturaleza, del amor, de la paz, de la fortuna y de la armonía, siempre
relacionada con la magia del agua, perfumes, bosques montañas. Misterio
Universal de la feminidad y el amor. Ilumina por siempre, el Yaracuy desde Chivacoa o como dice el mismo Rubén
Blades:
“cuida el destino de los
Latinos para vivir unidos y en libertad”.
Esta deidad era conocida por
los aborígenes antes de la llegada de los españoles como Yara y según la interpretación del escultor
Alejandro Colina, aparece cabalgando en una danta con sus brazos extendidos al
cielo sosteniendo un hueso de pelvis femenina, que representa la grandeza de la mujer, lo
fecundo. Fértil como los suelos yaracuyanos cual alfombra verde se rinde a sus
pies, dueña de los bosques y musa de las aguas. Por otra parte, también señalan que ella manifiesta su presencia a
través de una mariposa color azul, azul cielo infinito que tranquiliza las
almas con su revolotear y hace presente su espíritu sabio e inmortal en las
montañas encantadas de Yaracuy.
El escritor yaracuyano
Gilberto Antolínez, a su vez nos narra una historia de María Lionza señalando
matrices simbólicas como: mujer-agua-serpiente; así que estas constantes
simbólicas de lo femenino permiten explicar el sentido oculto en su relato,
donde lo femenino aparece como una forma de representación simbólica de la
naturaleza en el pensamiento mágico-religioso venezolano. Según este
autor, el mito de María Lionza comienza de la siguiente manera:
“Nacerá del linaje de
caciques una niña de ojos verdes como las aguas de la laguna sagrada y el día
que ella llegue a contemplar su rostro sobrevendrá una catástrofe para el
pueblo, pues será destruido por una terrible inundación… Se trataba de la
enorme serpiente anaconda, Dueña del Agua que, enterada de la presencia de la
muchacha en sus dominios, emergía desde las entrañas más recónditas de aquella
enigmática laguna, alzando su temible cabeza frente al rostro atónito que la
contemplaba subyugado por su poderosa influencia;… Luego de dar un grito que se
oyó hasta en los últimos confines de la Sierra de Nivar, la joven se sumerge en
el agua… La temible y fatal profecía llegaba así a su más perfecto e inexorable
cumplimiento:”
En tanto que este fenómeno
es mito para muchos o leyenda en ojos de
otros, alrededor de María Lionza existen muchas historias sobre su origen, sin
embargo al final todo es cuestión de Fe, de Identidad, a tal punto lo es que en época de la colonia
se trató de difuminar un culto concebido por los españoles como pagano o la
devoción por un pueblo (indígenas) a su Diosa , bautizándola con un nombre
católico denominado: “Santa María de la
Onza de Talavera del Prado de Nivar”; no obstante nuestros antepasados
Jirajaras y Cimarrones, con su espíritu indómito y su creencia férrea, no
permitieron que este intento de sincretismo por parte de la iglesia tuviese
éxito.
María Lionza: “hazme un
milagrito y un ramo e flores te vo a llevar”, así enuncia Blades en su canto, en
donde queda plasmada la fe y el agradecimiento de sus hijos por los favores concedidos. Cuentan que desde Ex
presidentes hasta famosos actores han acudido ante su presencia por un
“favorcito” y a muchos se les ven en sus festividades cada 12 de Octubre en medio
del hipnotizante “baile de la candela” el cual es el momento social más
importante del culto, donde peregrinaciones de “Marialionceros” de todas partes
de Venezuela y del Caribe acuden a la montaña de Sorte para rendirle culto
entre frutas, esencias, tabaco y ron. Tal devoción conlleva a que: Tu
inmensidad eleva las almas, caminos llenos de esperanza. Cantan las nubes tu grandeza, las velas
iluminan el firmamento, rezando entre rocas de algodón.
Nos refiere Gilberto
Antolínez que: “su reino es subterráneo y está formado por siete cuevas o
Ciudades Encantadas, donde recibe a los cazadores de su agrado y los hace
reposar sobre asientos que resultan ser anacondas o tragavenados arrolladas
sobre sí mismas durante su letargo.” (Antolinez, 2006). Así que María Lionza
“la reina de las cuarenta legiones formada por diez mil espíritus cada una” es
quién preside el altar en Quibayo, junto al Negro Felipe y el Cacique
Guaicaipuro, para repartir bendiciones a
través de sus cortes a un sin numero de creyentes, que en sus oraciones les
invocan, para pedir la solución de problemas amorosos, económicos o de salud.
Además deja un legado de
rebeldía e impetuosidad, que se ve reflejado en sus dignas hijas, quienes, han
demostrado sobradamente su aptitud guerrera contra la opresión y la fecundidad
por haber parido un país entero que se ha multiplicado varias veces en número
desde entonces. Sus descendientes han formado un país con la fuerza de su
voluntad y la fertilidad de sus caderas.
Por ello, reafirmamos con el
cantautor Rubén Blades que: mediante el hechizo del canto se recurre a la
tradición matriarcal de Gran Diosa, la que se encuentra en:
“En la montaña de Sorte por
Yaracuy/en Venezuela vive una Diosa/ una noble reina de gran belleza y gran
bondad/ amada por la naturaleza e iluminada de caridad”
Publicado el 26 junio, 2010
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