La palabra malandro, procede del italiano
“malandrina” designa a personas de mal vivir, salteadores, vagos. Pero también
se asocia a un tipo de lepra o sarna. Enfermedad contagiosa y mutilante.
Por tanto el leproso simboliza a seres estigmatizados. ¿Es acaso el
malandraje una lepra psíquica? En el diccionario crítico y
etimológico de J. Corominas afirma estos orígenes, o del catalán antiguo
bellaco, rufián, que parece haber significado primitivamente pordiosero,
leproso, derivado del latín malandría especie de lepra, salteador de camino; y
ellos se ven muchas veces atacado de lepra y otras enfermedades.
Este significado podría acercarnos a
este fenómeno, al asociar el malandraje a una metafórica lepra moral o
espiritual, al convertirse en religiosidad a través de la Corte Malandra.
Y bandas armadas mutadas en cofradías temidas, admiradas
al grado de llegar a ser objeto de culto. Como ocurre con el Chamo Ismael
y sus santos compañeros. Expresión de la descomposición moral, y cultural
de un país. Se genera así una dialéctica donde el no
creyente busca protección contra estas expresiones contemporáneas del mal,
en el mal mismo a través del culto a sus representantes con
oraciones, estampas, escapularios que le permiten sobrellevar al
menos psíquicamente este terror de la urbe.
en
la serie Identidades, recrea los diversos cultos que se están
reinventado en el país, algunas cortes. Así nos acerca a la dinámica de
la mentalidad mágica del venezolano. Y uno de sus ejes conceptuales
es la Corte Malandra. La artista nos lleva a través del arte
contemporáneo a un acercamiento estético a este culto, como respuesta
religiosa, y mágica de la psiquis del venezolano ante el
desbordamiento de la violencia. Religiosidad que está
asociada a conflictos socio- culturales irresolubles en el
presente, como son los homicidios, los enfrentamientos de banda, los
secuestros, el sicariato, el pago de vacuna, las pobladas, el asalto en todas
su formas… Los datos hablan por sí, el Observatorio Venezolano de
Violencia destaca que en el 2012 hubo más de 19.000 homicidios,
aproximadamente 50 muertes violentas por día. Y en el 2013 un
estudio encontró que el 36% de los venezolanos considera “fácil”
encargar un asesinato en su comunidad, según recoge la I Encuesta sobre Delito
Organizado en Venezuela, presentada en Caracas y realizada por la
asociación civil Paz Activa con apoyo de la Unión Europea.
Esta religiosidad se
va reinventando día a día, con sus jerarquías como serían los
oficiantes generadores y sustentadores de rituales de
iniciación. Crear espacio de culto, fechas sacras, una simbología
corporal a través del tatuaje, la indumentaria. Esto integra un
cuerpo mitológico, y ritual que busca adentrar
al neófito, a ser piel y alma de estos iconos del mal vivir.
De ahí que la artista Luisa Elena
Betancourt, cree estas obras en capas cromáticas de fotografías,
dibujos, y pinturas para expresar lo complejo de esta realidad.
Fusiona fondos de plantas y elementos usados en el culto, que acompañan
los altares privados y públicos, como: vasos de bebidas alcohólicas,
velas, frutas, caramelos para buscar protección mágica de los
malandros en sus acciones delictivas y protección del creyente contra el
malandraje.
Esta realidad es producto del caos social y
económico de nuestra historia y de la Venezuela del siglo XXI. Los
contenidos conceptuales que incorpora la creadora, están plenos de ironía y
humor, a través de las asociaciones que se crean en este contexto
simbólico. El espectador irá descubriéndose al adentrarse en las
obras. Pues, la conversión de anti valores en valores de respeto y
culto, parecieran una broma del destino. La fuerza cromática de la
propuesta, la espontaneidad de la pincelada y el dibujo expresan la
revelación de esta dimensión de nuestra sociedad. Se establece una
aproximación estética a lo caleidoscópico de este fenómeno por
el uso de técnicas estéticas clásicas y contemporáneas como son los
programas para el tratamiento de fotografías, el plotteo, el collage visual,
el graffiti urbano fusionado con lo pictórico y el dibujo
propio del lenguaje plástico de la artista; que se evidencia también
en las sublimes pinturas de la selva nublada tropical y en las series
de aves como son los Sorocuas o Miracielos, inspirada en su vivencia de la
Colonia Tovar.
La pose agresiva e irreverente de Ismael es
exorcizada al igual que su indumentaria, por destellos de colores
tropicales, reveladores de una luminosidad propia del Caribe. Él
con su cachucha ladeada, tabaco en la boca, y pistolas al cinto se convierte en
icono urbano. Tanto la indumentaria como el lenguaje corporal, se
transforma en envestidura ritual. De este modo se sacraliza uno de
los instrumentos que dan poder en la calle, en el barrio, en la cárcel: las
armas de fuego.
La artista con su sensibilidad logró captar este
hueco negro de nuestra alma colectiva, obra que se expuso por primera
en el Ateneo de Maracaibo, 2009. Y se ha seguido exponiendo a
nivel regional. En una reciente muestra, le llamo a la artista la
actitud de un sacerdote ante la obra:
“Recuerdo las palabras del un sacerdote
joven al contemplar la exposición, cuando se presento en la Asunción
Margarita. Para él contrastaba la belleza de la presentación con la
realidad que representa. Me dijo creía que lo llevaban a la
celebración de un bautizo; y cuando comienza a bajar las escaleras y comienza a
ver la temática se quedo sin palabras. Se agacho ante una de las imágenes no sé
por qué motivo, y luego me dijo que él trabajaba en la cárcel con los malandros
y en especial con el Pran de allá.”
Gusto al sacerdote la manera de presentar
esa temática, pues consideraba que se le quitaba poder al presentarla con esa
candidez y belleza. Pues de otra manera es casi tabú y misteriosa “. (Luisa
Elena Betancourt, 2013)
Es importante la senda que asumió Luisa Elena
Betancourt, a través de la investigación de nuestra cotidianidad, y del
trabajo de taller que le permitió este acercamiento a La
Corte Cale:
“La técnica experimental; es muy dinámica y
emplea todas las herramientas contemporáneas que tienen que ver con la
digitalización de la imagen sin perder lo tradicional de la pintura y el
brochazo característico de mi trabajo. Considero esta manera de trabajar como
un acontecimiento donde sucede lo inesperado y se pierde el orden tradicional
del resultado final. En esta serie celebro el humor con alegría picaresca
Se hibridan de esta manera diversos
momentos de la creación en capas, para crear una obra que a su vez son muchas,
como lo evidencia cada una de estas piezas. No sólo se asume belleza, sino
que se indaga, refleja y se provoca la reflexión sobre una realidad,
donde se esconden muchas de las claves de nuestra fragmentaria
venezolanidad, de los caminos que estamos transitando y los códigos
simbólicos para provocar en el otro la comprensión de las causas
de ese presente y de sus posibles futuros, sino se actúa ante esta
realidad.
Cada una de estas obras, como Rezos a la
Corte Malandra, 2009 nos adentran en las múltiples capas de nuestras creencias,
y de un imaginario dinámico donde se integran arcaísmos, junto
a expresiones de nuestro devenir histórico- político contemporáneo.
Se está ante el poder de fuerzas irracionales, como es la banalidad del
mal y se evade la comprensión y solución de esta problemática a
través de lo mágico-religiosas al convertirlo en una fe. Creación
colectiva, que direcciona las pulsiones del inconsciente y ancla al
venezolano en una realidad que le permita aceptar pasivamente la
conflictividad de esta realidad histórica. Impidiendo la
reacción moral y activa. Así, el malandro Ismael, y
su corte es percibido por fuerzas psíquicas ante las cuales,
la conciencia y la racionalidad se ciegan, se actúa dejándose llevar por
lo irracional y lo emocional, proceso común a las corrientes que
han dominado nuestra historia contemporánea. El arte se transforma
así en algo más que la búsqueda de la belleza, al asumir problemáticas
actuales que son necesarias repensar, y comprender para salir del
laberinto histórico en que nos encontramos.
Oración al Chamo Ismael:
Con el Poder del Santísimo Creador y las Cortes
Espirituales, / ya con el Poder concebido de las Cortes entre una de ellas,
/como la Corte Baja, ya nombrada Malandro. / Aquella persona que tenga, / su fe
puesta en mí y obtenga esta estampa, / será protegida de toda brujería, hechizos,
/y toda maldad que esté relacionada con mi corte.
Amén.
Tres Padrenuestros y un Avemaría.
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