Por: Víctor J. Rodríguez
Calderón
Su tribu denominada como
“Los Caracas” se organizó y se militarizó para defender la tierra y la dignidad
de la libertad del hombre. Ningún otro caudillo aborigen logró emularle; era el
jefe de las grandes hazañas guerreras para la salvación de esta tierra. Tiuna
que en lengua caribe significa “luz del amanecer” o “deidad del agua”, está
aquí con nosotros en este nuevo momento, viene a despertar el tiempo dormido
porque él es historia y viene a salir de las sombras. Aquí lo tienen, estuvo
todo el tiempo sin herencia ni nombre, reducido a los escombros de la historia,
conózcanlo y háganselo saber al mundo, que nosotros supuestos salvajes,
combatimos contra los demonios que vinieron enviados por Dios. Yo lo invite
esta noche para que me corrija si me equivoco y ahora escúchenme todos porque
así vivió y murió mi hermano Tiuna, “el cacique de los ojos pardos y el corazón
de niño”.
Regresemos a la tempestad de
aquella época cuando los hijos del infierno (los españoles) llegaron a estas
tierras, cuando vinieron a convertirnos en piedra de lamentos, en espantos y
custodias de miedos. Levanta tu pecho aborigen y toma todo el aire de este
espacio para que no tiemble mi boca y para que la palabra que diga toda sea un
hecho de tu propia historia.
Mi hermano Tiuna nació en el
útero de esta tierra, cerca del valle, donde el inmenso río Guaire atraviesa
como una línea toda esa infinita zona denominada como Los Caracas. Desde joven
se dio a conocer y a respetar. Sus inicios fueron de origen deportivos,
compitió en aquellos eventos de lucha, de cuerpo a cuerpo, que se acostumbró
por cierto en todas las tribus de esta hermosa región, venció a todos y empató
con el más audaz y guerrero de aquellos tiempos como lo fue Guaicaipuro.
Aprendió con maestría a fabricar sus propias armas; se hizo diestro en el
manejo del arco, su flecha y su macana fueron el terror para aquellos hombres
infernales.
Tiuna era como el viento
estaba en todas partes, su movilidad era asombrosa y su sola presencia
constituía la esperanza para la victoria, era el año de 1568, ya la sangre
surcaba la tierra por donde quiera y la muerte se hizo líder y compañera. Tiuna
se entera del vil asesinato del cacique Guaicaipuro, la moral aborigen esta
deprimida en su máxima expresión y para levantarla ordena que vengan todos los
caciques y les dice:
- Nos encontramos
desorientados ante el asesinato de nuestro jefe, todo muere bajo el odio y la
usurpación del pie invasor. La destrucción de todo lo nuestro es ya una
permanencia que no debemos tolerar. La unión de todas nuestras tribus es
indispensable para borrar todas las cicatrices que llevamos en el alma.
Era necesario lavar aquella
insólita violencia, la época necesitaba una abertura para que los aborígenes
pudieran respirar y esa no podía ser sino la defensa para abrirse a la vida.
Tiuna logra su mayor obra,
hacerse cacique de Los Caracas, su poder lo extiende desde la serenísima y
recién fundada Villa de Santiago de León, hasta las riberas de zona
barloventeña por el oriente, por el centro hasta los mismos limites de la
tierra de Salamanca, hoy Valles del Tuy incluyendo todas las faldas denominadas
como Fila de Mariches, pacta con Cubimacuri, Chicuramay, Amaipuro, la
resistencia libertaria. Hubo un instante en que esta región fue atacada sin
clemencia y constantemente, destrozando a muchos de sus baluartes defensores.
La moral aborigen comenzó a deprimirse y se corrió la voz que el temible
capitán Diego García de Paredes y el general Gutiérrez de la Peña, llegarían a
la parte denominada como el “Sotavento del Valle de los Guayabos” hoy Catia La
Mar con hombres y armas. Tiuna acababa de librar la batalla del Guaire en
defensa de la “Villa de San Francisco”, fundada por el mestizo Fajardo, allí
derrotó aplastantemente las huestes hispanas dirigidas por el aguerrido capitán
Bernaldez y su lugarteniente Juan Burgos. Tiuna ordena todos sus guerreros y
juntándose con Amaipuro en lengua caribe “ponzoña de abeja”, se disponen desde
su sitio marchar hacia “Sotavento del Valle de los Guayabos” en temerario
recorrido y en una aventura sin precedentes, sorprende al terrible caballero
extremeño Garci-González de Silva, vencedor del prestigioso cacique Yoraco que
en lengua caribe significaba “zorro” o “diablo”. La batalla duró cuatro horas,
Garci-González de Silva no alcanzó el camino de los españoles y tuvo que
atravesar las sierras del Guaraira Ripano (Hoy cerro Ávila)y huir hacia el
territorio de los Teques. Tiuna no quiso perseguirlo pues bien sabía que era
necesario no permitir la llegada de García de Paredes porque eso significaba el
fin de todos y prosiguió su ruta.
Tiuna y sus guerreros
llegaron con dos días de anticipación, esto por supuesto logró que la acción
defensiva se llevara con una táctica de audacia increíble. Tiuna ordenó a sus
guerreros hacer una trinchera que atravesara toda la playa, encima fueron
cubiertas por enormes palmas y sobre ellas se regó de nuevo toda la arena dando
una visión de que todo estaba correctamente y luego sus hombres se apostaron en
los frondosos cocotales cubiertos de palmas y los demás en cubierta pero
escondidos en árboles y otros sumergidos muy sutilmente con arena de la misma
playa. Diego García de Paredes venia de Barlovento, su velero comenzó acercarse
al sitio donde era esperado por el valeroso cacique y sus guerreros. Ya el
atardecer parecía extenderse cuando pisaron tierra, desembarcaron todas las
municiones y de inmediato comenzaron adentrarse hacia donde estaba la inmensa
trinchera invisible, en su base se habían sembrado miles de lanzas y flechas,
cuando ya estaban cerca, la vanguardia indígena comenzó el ataque como si ellos
también vinieran del mar hacia adentro. Espantados los hombres de García de
Paredes huyen despavoridos pero van directamente a la trampa mortal y los que
logran salir de allí son rematados a macanasos por la defensiva aborigen.
García de Paredes, salva milagrosamente su vida por haberse quedado con algunos
hombres en aquel velero quien arrea las velas y huye mar adentro.
El botín es inmenso y el
triunfo es definitivo. Tiuna y Amaipuro se hacen fuertes y devuelven la moral y
el valor a todos los aborígenes. Son recibidos en los Valles de Santiago como
héroes y libertadores. Después de muchos sacrificios Tiuna reúne, perfecciona y
unifica sus fuerzas defensivas y las rima a una actividad verdaderamente
heroica, por primera vez se organiza un importante contingente de guerreros
veteranos. Y es aquí cuando ve que ya todo esta listo y que la decisión de su
hombres está bajo el calido entusiasmo del fervor patriótico y es por supuesto
el momento de lanzarse a la reconquista de toda esta amada tierra.
Tiuna planifica el primer
paso para salvar su tribu la cual esta atravesada por un cerco de hierro
cernido sobre toda la extensidad de Las Vegas del Guaire, de la Señora de la
Chiquinquirá (lo que es hoy todo el Paraíso), él sabe que sino destruye esta
posición dominada por la invasión española va a perder a Sierra Ancha o grande,
sitio de mucho cultivo ( cerro del Ávila). Su estrategia unificadora logra una
rápida aceptación, Guicamacuto, en lengua caribe “cesto de espinas” o “púas”,
se une con su tribu y guerreros y cede toda su extensión marina para la
preparación y ejercitación de los nobles combatientes. El cacique Aricabuto, en
lengua caribe “palma de pronunciados tallos” le reconoce como jefe supremo de
la organización libertaria y así sucesivamente la mayoría de caciques de aquel
momento se unifican pues todos tienen absoluta fe en su fuerza y en la
seguridad de la acción a desarrollar. Tiuna es enérgico y disciplinado conducta
que transmite con toda potencia a sus compañeros. Su sentido de mando y
organización no tiene discusión. Organiza ordenados cuadros tácticos, para así
poder simultáneamente atacar en varios sitios a un mismo tiempo y logra bajo su
férreo mando aglutinar a más de cuatro mil aborígenes. La agricultura esta en
pleno apogeo, la yuca y el maíz son abundantes, su repartición equitativa es
para todos y a su vez logra una operación para que lo que exceda vaya a los
depósitos subterráneos para cuando comience la guerra. En la mente del jefe de
los ojos pardos y corazón de niño esta programado toda la línea accionaría que
librará a los suyos del yugo esclavista.
Atacar por sorpresa, dominar
de inmediato todo territorio recobrado, formando nuevos caciques y nuevas
tribus extendiéndose hasta todo el litoral, cerrando el camino de la costa para
enfrentarse luego, al cubrirla por los cuatro puntos cardinales, con la
naciente Villa de Santiago de León. Tiuna era en ese momento el León de los
Caracas, el defensor de todo este valle, él sabe que va a dar el triunfo contundente
a los suyos y que va a echar de una vez por todas a aquellos hijos del
infierno.
Cálculos, proyectos,
tácticas y estrategias están ya listos y verificados. Pero el destino blanco
que oye sin escuchar llega hasta los oídos del enemigo y estos como siempre
proceden con el engaño y la coacción de la codicia; se valen de otro aborigen
con mentalidad mercenaria y lo preparan para dar un golpe fatal a los sueños de
libertad, Mapunare, “araña mortal”, se entrega en las manos de la traición y
logra la amistad del valeroso Tiuna.
Sin pensar en la sombra
negra que vendría a cubrir a su gente, este apostata vil y cobarde decide
acabar con Tiuna y prepara su plan. Una noche, después de los entrenamientos y
las danzas de rigor, el cacique se retira solo y sin guardaespaldas a descansar
a su bohío. Clandestinamente Mapunare logra evadirse de la gente que aun esta
atenta a los finales del rito, cautelosamente se filtra sin ver visto y logra
llegar al bohío de aquel caudillo insuperable, el cobarde tiembla y piensa,
pero a la vez sabe que es la oportunidad de su vida. Todo está oscuro, en
puntillas atraviesa hasta donde se divisa el cuerpo del guerrero y sin dar
tiempo alza la mano derecha apretando un enorme puñal. Tiuna siente el ruido de
aquel viento feroz y cuando se endereza, la mano asesina clava el puñal en la
parte izquierda cerca del corazón.
- ¡Ay! ¡Cobarde! ¡Traidor!
Tiuna logra levantarse con
el puñal clavado en la tetilla y comienza una lucha atroz, su arrojo es de tal
valor que logra con su fuerza hercúlea estrangular a aquel asolapado
mercenario. Las sombras de la noche se hacen cómplices de aquella tragedia para
desgracia de su pueblo, Tiuna agarra por la cabellera al mercenario y lo lleva
hasta donde esta toda su gente, allí ante el asombro de todos lo tira a sus
pies y dice:
- Sólo de esta forma
pudieron acabar conmigo los españoles.
Y ante todos sus hombres se
desploma también sin vida el más audaz y titánico de nuestros libertadores.
Esta tragedia creció con el
dolor más grande, porque después solo vino la sumisión y la resignación de
todos, a los hijos del infierno. Así fue de triste la historia de Tiuna el
cacique de los ojos pardos y corazón de niño. Que hoy 12 de Octubre, día de la
resistencia aborigen, es necesario decir su historia a todas las generaciones,
y recalcar que aquí no descansa un pasado, aquí está toda la sangre libre de
todos los siglos.
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