José Luis Rodríguez, "El Puma", cantante y actor venezolano radicado en Miami. Un artista que nació en un barrio popular venezolano, en condiciones precarias, y que alcanzó la fama y el estrellato gracias a su perfecta voz y presencia como actor durante muchos años en telenovelas. El galán que rompió corazones y que aún hoy mantiene cautiva a una audiencia con multitud de canciones y recuerdos.
Precisamente, vamos a traer uno en especial, que él mismo escribe en su libro "El Puma y yo". Donde narra su vida desde sus inicios. Y es allí precisamente donde se centra nuestra publicación, en el acercamiento que tuvo al culto a la Diosa María Lionza... (Una curiosidad el título de su obra, más adelante veremos el por qué).
Ya de niño, junto a su madre, en el sector Blandín de la barriada de Catia, en Caracas, señala que su infancia fue feliz, a pesar de lo humilde; pues recorría largos trayectos para hacer las compras que lo mandaba a hacer su madre. En esa época, en la década de los años 50 del siglo XX, el pequeño José Luis acompañaba a su mamá a visitar a una espiritista de nombre Encarnación, que vivió en Catia, pero en los cerros más altos, según cuenta.
Esta señora incorporaba el espíritu del Negro Felipe "un esclavo rebelde de los tiempos coloniales", señala. Aquí, destaca la descripción que hace de la incorporación de espíritus durante las sesiones:
Lo que no puedo borrar de la memoria es que Encarnación se tomaba el ron y lo orinaba inmediatamente allí mismo sobre el piso de tierra de la casa. Era evidente que no usaba ropa interior, por lo menos en esas sesiones de visitas de los espíritus. Ella usa un vestido largo y fumaba y bebía y orinaba y volvía a beber y orinar hasta por 2 horas.
Para el joven José Luis, este hecho lo impactó profundamente, tanto como para señalar en el momento de escribir su biografía, que aún se encuentra sin saber si existe o no una explicación "razonable" para estos hechos que señala como incomprensibles. Luego de esto, ya más adulto, aún sin empleo, escucha hablar de una espiritista "muy conocida en la ciudad", que vivía en Bello Monte...
Beatriz Veit-Tané era la sacerdotisa mayor de la veneración a María Lionza, una diosa de un culto sincrético mestizo muy popular en Venezuela. La diosa es representada como una mujer de pechos turgentes montada en una danta (tapir), cuadrúpedo típico de la selva del Orinoco. Al arribar al apartamento de Beatriz, ella casi sin mediar saludo y con los ojos desmesuradamente abiertos, me dijo sin contener la sorpresa:
-¡Tú eres un príncipe Indio!
De inmediato me habló de la reencarnación y esa tarde comenzó mi encarnación con Beatriz.
"Siempre me emocionó lo espiritual", destaca. Se muestra agradecido con la experiencia al manifestar que en casa de la sacerdotisa se dio a la tarea de leer y conocer sobre la espiritualidad pues, dice:
"Para mi vida fue una enseñanza edificante porque el que busca encuentra y el que toca puerta se le abren; y yo era un buscador del espíritu y éste me buscaba a mí".
Refiere su estadía en casa de Beatriz Veit-Tané, donde aprovechó la generosidad de la sacerdotisa, que a pesar de que no cobraba a nadie por sus facultades, vivía en buena posición.
Habla de sus viajes a la "Montaña Sagrada de María Lionza", en el estado Yaracuy, Venezuela, donde vio "cosas raras y comunes" como "cuerpos dominados por demonios y convulsiones". También destaca que muchas de las asistentes a los rituales buscaban "arrebatarle el esposo a otras" (Hay que destacar acá que el José Luis que ahora cuenta estas anécdotas es de religión evangélica desde hace más de 40 años, por lo que utiliza términos ajustados a sus actuales creencias). No obstante, a sus 23 años, la suerte lo lleva a las puertas del éxito, pues hace entrada a la orquesta "La Billo's Caracas Boys". El alejamiento que tuvo de su casa materna, lo cita como una de las causas por las que su madre ingresara a la Iglesia evangélica.
Apartandonos un poco de la autobiografía de José Luis (aún no hacía uso del apodo "El Puma", pues no había grabado la telenovela de la que surgió el apelativo que usara a partir del éxito de la misma) es justo señalar que para 1963 se publica el libro de Beatriz Veit-Tané "María Lionza y yo", donde el cantante tiene una carta donde le pide la publicación de una canción dedicada a la Diosa de Sorte, bajo el título "Himno a María Lionza"
Es bastante curioso el parecido de esta obra autobiográfica con el libro de quien fuese su pareja antes de saltar al estrellato. Pero continuemos: José Luis cuenta de la enorme "atracción sexual" que existió con Beatriz Veit-Tané, a la que describe como una bella mujer voluptuosa y muy sensual.
Pero llegó la ruptura, un giro en su vida personal que no refiere en el libro, pero que conocemos por medio de los diarios y revistas de la época: Conoce a la cantante femenina más famosa del momento, hablamos de Lila Morillo (quien también fue espiritista y convence luego a José Luis a ingresar a la iglesia evangélica), con quien hace pareja y viven aproximadamente veinte años.
José Luis señala que su separación con Beatriz fue muy traumática para ella, ya que no aceptaba tal hecho, pues se aferraba al amor que sentía por ese "Príncipe indio" que un día tocó a su puerta. Lo que sí señala, y con esto cierra el capítulo de su vida junto a la sacerdotisa de la Diosa venezolana, es que
...de ese tramo vital aprendí que nada es una pérdida completa. Que de todo se aprende. Beatriz me mostró cosas del espiritismo, del más allá, que hoy siento que no se deben tocar. Que hay que dejar esas cosas donde están.
Así llegamos al fin de esta entrada, dejando a criterio de nuestros lectores las opiniones en cuanto a esta etapa en la vida de un personaje popular dentro y fuera de Venezuela.
Fuente:
Rodríguez, J.L. (2015) El Puma y yo. Caracas.
Veit-Tané, B. (1963) María Lionza y yo. Caracas.
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