Por:
Pedro Pablo Cárdenas
Resulta escabroso, en estos
tiempos, de claros y definidos avances tecnológicos, adentrarse a discernir sobre
un tema como el relativo al marco de la creencia mitológica de María Lionza, y
más aún cuando han sido superadas etapas en la concepción espiritual de los
seres en el mundo.
Sin embargo, aún persisten
elementos que nos conducen a establecer criterios fundamentados en un silencio
rotundo de la veracidad de la ciencia, como algo ilegítimo a la verdad, que
debería marcar la pauta de la existencia misma del humano con relación a sus
semejantes.
María Lionza, beldad
espiritual, recogida de la ingenuidad de los pueblos, es hoy día sin temor
equivocación alguna, la ductora de las creencias mitológicas en Venezuela, con
sus radios de acción hacia otras latitudes latinoamericanas, que se confunde
con otros hábitos legendarios de este género que se practican en nuestro
continente.
El culto de la “diosa” se
encuentra de tal manera arraigado que pudiéramos pensar que el mismo cada día
se institucionaliza.
Se
fortalece el mito
No cabe duda, que el mito a la
creencia de María Lionza, tiende a tomar cuerpo cada día que transcurre y si nos
detenemos a examinar sus factores que influyen en esta faceta estadística, muy
bien llevada por sus creyentes, tenemos que señalar que la convergencia de
criterios, no habla de este hecho por demás significativo para quienes se
aferran cada día porque es innegable que en el seno espiritual de los
fervientes admiradores de la emperadora de la suerte y el amor, impera una
conducta de respeto y veneración hacia ella que en cierto modo, sólo da pie al
murmullo respetuoso de sus virtudes, sin extralimitarse en otras apreciaciones
que se encuentran contenidas en este espectro de la mitología nuestra.
Para tratar de compenetrarnos
aún más en los conocimientos mitológicos de María Lionza, nos dispusimos a
entablar una breve pero amena conversación con una “poderosa” de los predios de
la “reina” siendo ella Juana Henrique, familiarmente conocida en su “imperio”
como “Juana de Dios”. Aunque lacónica, resultó precisa en cada una de sus
respuestas para este corresponsal.
Los creyentes de María Lionza
son apasionados en toda su extensión, puntualiza Juana de Dios, y es tal su
apego que ellos flamean con emoción al estandarte de la reina Maria Lionza y
con los homenajes a la “diosa” cada día se estimula la creencia y el culto
hacia ella.
A todo esto, nuestra
sacerdotisa dice que no es censurable la idea de quienes procuran el alivio
espiritual porque creen fielmente en María Lionza y ella les retribuye con buen
pago su creencia.
Todo esto es fascinante,
agrega, y nos mantiene comprometidos, Porque sinceramente pertenecemos a lo
puro de la vida con la presencia de la imagen de nuestra querida “reina” que
cada día nos estimula a creer en sus grandes virtudes, para bien de todos.
Protección
y vigilancia
Conversando con Juana de Dios,
encontramos otra faceta de la vida en Sorte y Quiballo, que es la extremada
vigilancia que cumple la Guardia Nacional en estos predios, a tal punto que se
garantiza a plenitud, la permanencia de todos los veraneantes y temporadistas
en esta rica zona turística de Yaracuy, porque cada uno de los efectivos de
este cuerpo tiene la alta misión de la preservación del recurso natural de la
misma.
La
identidad de Chivacoa
Chivacoa, ubicada en pleno
centro de Yaracuy, debe en gran parte la proyección de su imagen de la reina
María Lionza, llegándose a considerar esa explotación de los “misterios” como
una factoría sin chimenea, que contribuye a la concepción de capital industrial
de Yaracuy, a la capital del distrito Bruzual, porque todo cuanto presenta en
sus características propias es de una “empresa” de la mitología que mantiene
abierto el mercado ocupacional y la oferta de la demanda cada vez más se
incrementa, debido a que sus creyentes la observan con una gran pasión por sus
trabajos que ofrece en distintas versiones.
JUANA DE DIOS ES HOY LA
HERMANA ESPIRITUAL MÁS SOLICITADA EN LA MONTAÑA DE LA MADRE REINA, MARÍA
LIONZA.
FUENTE: Revista Barquisimeto
Número 53 junio / julio 1984
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