Por: Lic. Luis Gallardo
La religiosidad en América definitivamente tiene su sustento en el legado aborigen, con aportes afros que tienen mucha fuerza principalmente en el Caribe, pero no así en toda la América. Posiblemente sólo en Mesoamérica, la presencia africana sea muy poca, o nula en su totalidad. Pero en Suramérica y el Caribe, aunque el tronco principal es indígena, la presencia africana amalgama el mestizaje que hoy conforma la religiosidad en esta parte del mundo.
Debemos mirar que en el Caribe la llegada forzosa de africanas y africanos por un lado, y por otro el exterminio de los pueblos originarios fueron dando cabida a una nueva realidad religiosa en nuestro territorio. Hecho que permitió un proceso de transculturización de orden sociocultural, que a llevado a la pervivencia de diversas manifestaciones donde la presencia afro/ indígena ha creado una verdadera diversidad, que nos pone frente a un fenómeno religioso de muchísima valía, para la práctica religiosa.
Podemos mirar esta presencia afro en la religión afrocubana, en el vudú haitiano, en el candomblé de Brasil, entre otras tantas manifestaciones de orden religioso caribeño, marcando una verdadera nueva realidad en este espacio de las costas e islas caribeñas.
En el espacio geográfico que hoy conocemos como Venezuela, este hecho tomo una característica muy particular, esta particularidad surge de la alianza entre los aborígenes y los africanos que conformaron los cumbes o quilombos, en cuyos territorios hubo un acercamiento muy profundo entre los griot africanos y nuestros chamanes, quienes en conjunto conformaron un nuevo orden religioso, orden que además permitió el solapamiento de rituales ancestrales aborígenes con filosofía religiosa africana, para burlar la
imposición católica del conquistador europeo. Estos efectos se fortalecieron mas aun en manifestaciones colectivas como las hechas en honor a San Juan Bautista, Cruz de Mayo, San Benito o San Antonio de Padua. En esta ultima los efectos sincréticos resumen su presencia en las danzas y cantos monótonos aborígenes, en las danzas y cantos diversionales africanos... También están presentes los mismo en celebraciones como los giros de San Benito en el estado Mérida, en las fiesta a esta misma deidad en los alrededores del lago de Maracaibo en el estado Zulia, donde los sanbeniteros invocan a Benito bajo el canto de "Aje, aje Benito aje" en el cual sencillamente llaman es a una de las principales deidades del vudú.
¿Cómo las africanías toman presencia en el marialioncismo? En este caso tan particular no ocurrió como en las islas del caribe, aquí las practicas africanas se subordinaron a la ancestralidad indígena y se mezclaron de acuerdo a sus semejanzas, y de acuerdo a sus necesidades, esto obedece principalmente a que el culto a esta deidad que hoy nosotros conocemos como María Lionza, hacia un muy largo rato venia admitiendo que otros pueblos indígenas formaran parte de su culto, rito y mito vivo, que venia acogiendo deidades desde Mesoamérica hasta Suramérica, que en esencia era la misma deidad y que su nombre variaba de acuerdo a las características geográficas de donde procedía: Estos antecedentes, sencillamente dieron la posibilidad de una simbiosis con lo africano y lo euro/ árabe sin perturbar en esencia su origen aborigen.
Otro hecho a destacar es que en celebraciones como las de San Juan Bautista, San Antonio de Padua, San Benito, las propias diabladas al Corpus Cristi, que a simple vista parecieran netamente africanas, están sostenidas en los ciclos míticos de María Lionza, principalmente en los ciclos agrarios, lunares y matriarcales. Tanto es así que en el panteón principal del culto a María Lionza, lo africano se presenta y representa con el Negro Primero, que invoca el mestizaje, porque para poder formar parte de esa triada, a la que popularmente llamamos Las Tres Potencias, esa presencia africana tiene necesariamente que ser de tronco y origen venezolano.
Chivacoa, 10 de mayo 2021. Dia de la afrovenezolanidad.
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