"Nuestra visita a Sorte"
Debo confesar que nunca me llamó la atención visitar a Sorte. Soy radicalmente pegada a la tierra, me dan cierto temor estos asuntos, pero los respeto y entiendo. Fuimos con todo el equipo de Bitácora. Cuando atravesábamos los sembradíos de caña se armó una discusión porque había un bando que no deseaba subir al altar mayor y un bando que consideraba absurda la visita sin cumplir la meta. Finalmente acordamos subir, menos Yogi que permanecería abajo por motivos personales que explicó y se respetaron. El primer encuentro fue con la presidenta del culto a María Lionza en el portal principal antes de cruzar el río. Ella debía otorgarnos permiso y protección. Se trata de un ritual con unos rezos a María Lionza para que puedas llegar a la montaña sin dificultades. Ya listos, iniciamos el ascenso con dos personas asignadas por la presidenta del culto. Tenía una sensación extraña pero estaba tranquila. Me impresionaban los restos de cultos, fogatas, botellas, muñequitos y más botellas. El fin de semana anterior se había celebrado algo especial. Al llegar al cruce hacia el altar mayor quisimos grabar un sonido y no hubo forma. La interferencia era apabullante. No se hizo. Subimos a la piedra, visitamos el altar, observamos el paisaje y vimos el río abajo. Los muchachos que nos acompañaron me invitaron a bañarme, pero la verdad es que no tenía trajebaño y no era el plan. Sin embargo sonó la radio que siempre cargamos y era Yogi. Me dijo: Te tienes que meter en el río. ¿Y eso por qué? - indagué asombrada. Porque está ordenado - indicó Yogi tajante. Ni lo dudé. Siempre le hago caso. Entré al río quitándome sólo los zapatos. Uno de los muchachos me dijo que me metiera en la cascada y pidiera un deseo a María Lionza. Como no tenía nada en mente pensé en lo típico: Que si un novio, bastante plata para pagar el apartamento o que el trabajo saliera bien. Tan pronto me cayó el agua en la cabeza una fuerza extraña, un alarido interno, una orden superior irrefutable me dijo que pidiera por mi única hija. Yo me helé. Casi me ahogo de la impresión. Salí a respirar y me metí de nuevo a pedir otra vez por mi única hija. Salí pálida. Los varones se dieron cuenta. Rubén me ayudó a subir y yo sólo podía llorar, pero ese llanto intenso, interno, que no puedes parar. Venía de cada una de mis vísceras. Estaba totalmente removida y no entendía que ocurría. Todavía hoy, dos años después, no sabría explicar qué sucedió, pero hubo algo. Yogi, que se había quedado abajo leyendo los tabacos con la presidenta del culto, me dijo que siete tabacos habían explotado. Se supone que estaban trancando mis caminos. Lo que más recuerdo es un tremendo alivio interior. Y lo más extraño es que las imágenes que grabamos durante mi baño en el río jamás salieron. Hubo una interferencia rarísima. Todo se veía con rayas."
Así como este, muchos son los testimonios de personas de toda clase social, provenientes de cualquier punto de la geografía venezolana y un poco más lejos. Sería interesante recopilar ese material y difundirlo para despejar la gran laguna de ignorancia que se cierne sobre el espiritismo marialioncero.
Particularmente, no he tenido la oportunidad de visitar Yaracuy, es uno de los estados de mi Venezuela que me falta por conocer, pienso que debe ser un lugar maravilloso, pero de cuidado, para ir con personas que uno considere honestas y buenos cultores.
Cada vez siento más cerca el día de visitar este gran lugar.
Que la Reina los colme de bendiciones
La Guía Valentina Quintero 2004-2005
Página 233.
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