Sus restos
simbólicos entrarán al Altar de la Patria, al Panteón Nacional, este 24 de
junio de 2015, acompañados del pueblo venezolano, heredero del Ejército
Libertador y de su Jefe, Simón Bolívar.
En un acto cargado
de exaltación a las raíces libertarias y afrodescendientes, el Mandatario
colocó al lado del Sarcófago del Libertador Simón Bolívar el cofre que
simboliza al Negro Primero, que contiene tierra de su natal San Juan de Payara,
estado Apure, y del campo de Carabobo, así como el cuchillo con que defendió la
causa patriota.
La
vida de Pedro Camejo
Nació en San Juan
de Payara, actual estado Apure (sur occidente) Venezuela, en el año 1790,
en la hacienda de un español de nombre Vicente Alonso. Hijo de esclavos negros
procedentes de Guadalupe, isla francesa en el grupo de sotavento caribeño; de
escasa preparación educacional pero de carácter vivaz y ladino.
Se incorporó en la
guerra que dirigía el general del Ejército Español, José Tómas Boves, un
asturiano de nacimiento que acaudillaba una temible legión popular a la que se
unieron los negros esclavos, los llaneros, los pardos, para luchar contra sus
opresores, los blancos criollos o mantuanos, quienes habían proclamado la
Independencia de España.
Este ejército
popular con Boves a la cabeza asolaba los campos y poblaciones de la Capitanía,
con la autorización de tomar los bienes de los blancos criollos y asesinarlos;
así como practicar el vandalismo contra sus propiedades y vejar a sus mujeres.
Una venganza contra los blancos criollos, reflejo del odio contra quienes les
mantenían en condición de esclavos y utilizaban los argumentos independentistas
para tomar el poder sin favorecer la igualdad política, la libertad y la
eliminación de las castas en la sociedad.
Boves, el primer
caudillo democrático de Venezuela, estimulaba el orgullo de estos sectores,
vivía y luchaba con ellos, hablaba su lenguaje y entendía su vida; era
respetado por su valor y fiereza. Sus tropas, desestimadas por su “inferioridad
racial” por los brillantes oficiales de la Independencia, lograron la victoria
en lo que se conoce como la Rebelión Popular de 1814. De este ejército formaba
parte Pedro Camejo hasta la muerte de Boves en la batalla de Urica el 5 de
diciembre de 1814, tras lo cual retornó a los llanos apureños.
La transformación de la composición
social de la guerra en Bolívar.
Los fracasos de la
Primera y Segunda República llevan al Libertador a revisar a fondo las
dificultades que atravesaba la lucha por la Independencia. Una contienda por
sacudirse el yugo español, encabezada por minorías elitescas, racistas,
esclavistas, de dueños de haciendas y plantaciones trabajadas por mano de obra
esclava, de perseguidores de la población libre de los llanos, los criollos.
Bolívar empieza a
descubrir esto tras su visita a Haití, en donde estuvo en contacto con una
rebelión exitosa de esclavos y pudo conversar con uno de sus líderes el General
Alejandro Petión, quien le ayudó a entender que la lucha de los patriotas
venezolanos estaba condenada al fracaso si no se ganaba para la causa
independentista a las masas populares, a los esclavos negros de las haciendas
de los criollos, y a los llaneros. Ello significaba relacionarse con estos
sectores, identificarse con sus problemas y defender sus intereses,
integrándolos a la lucha por la Independencia. Comprometerse con su libertad,
justicia e igualdad, venciendo la resistencia de los mantuanos temerosos de
romper los diques sociales de la sociedad colonial.
Petión entrega
ayuda a la causa de Bolívar con el compromiso de proclamar la libertad de los
esclavos y su materialización. Esto lo hace el Libertador a su llegada a
Venezuela el 2 de junio de 1816, en su famosa Proclama de Carúpano en la que
decreta la libertad absoluta de los esclavos, aunque sólo accederán a esa
libertad aquellos que tomaran armas al servicio de la causa republicana. Decreta,
además, en una segunda proclama el perdón a todos los soldados realistas que se
pasen a las tropas patriotas.
En este contexto
encontramos a Pedro Camejo en 1816, integrándose como voluntario al Ejército
Libertador a las órdenes de Francisco Aramendi y su batallón de caballería,
pertenecientes a las fuerzas del comandante José Antonio Páez.
Páez relataba sobre
Camejo en sus Memorias,
“...admitirle en mis filas y siempre a mi lado fue
para mi una preciosa adquisición. Tales pruebas de valor dio en todos los
reñidos encuentros que tuvimos con el enemigo, que sus mismos compañeros le
dieron el título de “El Negro Primero”. Cuenta la leyenda que título se debía a
que Camejo siempre señalaba, “Delante de mi solamente la cabeza de mi caballo”.
Tomó parte en las
batallas de Mata de la Miel, Yagual, Achaguas y Banco Largo, combates
favorables a los patriotas. En 1816 el teniente Camejo y el presbítero Trinidad
Travieso intercedieron ante el general Páez, en favor del teniente José María
Córdoba (luego general de división, hHéroe de Boyacá y Ayacucho), quien había
sido condenado a muerte por un Consejo de Guerra, por el delito de deserción,
siguiendo órdenes de un oficial superior que luego sería condenado a muerte.
En 1818, cuando el
general Simón Bolívar llegó a San Juan de Payara, durante el desarrollo de la
campaña del Centro, vio a Camejo por primera vez. La corpulencia del guerrero y
las referencias que le dio el general Páez, despertaron su interés y en la
breve charla que sostuvieron, Bolívar le formuló algunas preguntas, las cuales
fueron respondidas por Camejo con ingenuidad y sencillez; al explicar la razón
que le llevó a sentar filas en el ejército republicano, dijo que fue
inicialmente la codicia; pero que luego comprendió que la lucha por la
Independencia tenía otros propósitos más elevados.
Pedro Camejo fue
uno de los 150 lanceros que participaron en la batalla de las Queseras del
Medio (abril de 1819) y obtuvo la condecoración “Orden de los Libertadores”
tras la Campaña de Apure, dirigida por El Libertador.
Bolívar se refiere en uno de sus
documentos a Camejo como, “sin igual en la sencillez, y,
sobre todo, admirable en el estilo peculiar en que expresaba sus ideas”.
En 1821 durante la
Batalla de Carabobo formando parte de uno de los Regimientos de Caballería de
la Primera División al mando del General José Antonio Páez, Pedro Camejo, El
Negro Primero, recibe una herida de un fusil en pleno combate. Su lealtad y su
compromiso con la Independencia le dieron la fuerza suficiente para ir a
despedirse de su oficial al mando: “Mi general, vengo a decirle adiós porque
estoy muerto...”
Dejaba tras perecer
en combate a su viuda, Doña Andrea Solórzano, quien logró ver cómo el
sacrificio de su esposo y los ideales del Libertador eran traicionados por esos
mismos mantuanos que negaban la posibilidad de ser libres e iguales a los
negros, a los llaneros, en fin, al pueblo venezolano.
Sumida en la
pobreza, en 1846 Andrea Solórzano reclama al Presidente de la República que le
concedieran la pensión. El presidente Monagas le otorga un año después el
merecido reconocimiento a la viuda de Negro Primero, por la cantidad de 10
pesos mensuales. Veinticinco años habían pasado y el país entraba en una
profunda conflictividad social que habria de desencadenar la Guerra Federal;
una lucha social de los sectores excluidos por la libertad de los esclavos, la
igualdad y la justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario