Por: ALETEIA
Fotos: César Escalona
María
Lionza o “Yara”, como también se la conoce, está acompañada del Negro Felipe y
del Cacique Guaicaipuro. Junto a ellos conforma las “Tres Potencias”. Ellos son
la base fundamental de un cielo de deidades y espíritus divididos
jerárquicamente en “Cortes”. El mundo espiritual conoce a María Lionza como la
“monarca de cuarenta legiones, formadas por diez mil espíritus cada una”. Es
precisamente el gran poder que se le atribuye a esta deidad aborigen la que
causa que miles de fieles visiten durante Semana Santa y Día de la Raza el
Monumento Natural Cerro María Lionza, serranía conocida como montaña Sorte,
ubicada a pocos metros de Chivacoa, en el estado Yaracuy.
Hasta
allí, llegan de todas partes del país miles de peregrinos con distintas
peticiones a la diosa mítica, capaz de conceder amor, riqueza, poder o dinero.
Para ello, los creyentes eligen un rincón en el bosque o un escondido ángulo en
el río, donde se construye una especie de altar y desde allí se invoca la
presencia del imponente espíritu. A modo de ofrenda y decoro, el sagrario es
adornado con fotografías, velas, figuras, estatuillas, vasos con aguardiente,
tabacos, cigarrillos en cruz, flores y frutos.
Por
mucho tiempo, su sacerdotisa aseguraba guardar los “insondables” secretos de
los resultados de las elecciones presidenciales, lo cual hizo que políticos y,
en general, hombres de poder, buscaran su consejo y asesoría.
La
primera investigación que se hizo sobre María Lionza se hizo en 1939, cuando el
etnólogo Gilberto Antolinez preparó una recopilación etnográfica de nuestros
aborígenes. Los estudiosos que intentaron establecer un hilo relacional del
culto a María Lionza, manifiestan que es imposible hablar con certeza acerca de
los rasgos del culto, por lo contradictorio de las narraciones obtenidas en su
exploración. Y es que hay más de 25 relatos de leyendas sobre la diosa. Los
etnólogos han descubierto que el mito es constantemente descrito en los
círculos espiritistas del culto a María Lionza. Sin embargo, es difícil
encontrar una versión escrita del mito. Los cierto es que la historia de María
Lionza constituye el mito venezolano más importante, y ha sido objeto de
estudios serios, como también de lamentables deformaciones.
La
leyenda afirma que, en época de la conquista, un jefe de los indígenas
kaketíos, de lengua arawak, ubicados en la Montaña de Sorte, en el Estado
Yaracuy, tuvo relaciones con una mujer blanca y de esta unión tuvieron una
hermosa hija de ojos claros.
Pero
según la tradición y las costumbres de los kaketíos, se dice que una niña de
ojos claros trae mala suerte y destrucción a la comunidad kaketía. Por esta
razón se ordenaba matar a una persona de estas características. El padre,
aunque era jefe, respetaba las costumbres de su comunidad pero no tuvo el valor
de matar a su propia hija sino que la recluyo en una choza, la cual estaba
custodiada por 22 guardianes guerreros que la mantenían siempre dentro de la
casa.
La
niña fue creciendo, era muy bella y cuando le vino la primera menstruación,
ella deseó salir a purificarse al río. Esperó que los guardianes se durmieran y
salió de su escondite. Ella nunca había visto el sol y era pleno mediodía.
Se fue
a la laguna y fue aquí donde por primera vez vio reflejado su rostro en el agua
quieta de la laguna.
En vez
de ver sus ojos, lo que miró fueron dos grandes cavernas. En ese momento la vio
el espíritu acuático, la serpiente anaconda quien se la tragó y desapareció de
manera inmediata en las profundidades de la laguna. Sin embargo, la tradición
tenía que cumplirse, la serpiente anaconda se agrandó tanto que hizo desbordar
las aguas de la laguna y provocó una gran inundación, una especie de diluvio.
El
agua inundó todo el valle y la tribu de los indígenas kaketíos desapareció.
Después del diluvio, la serpiente se reventó, la joven salió del vientre de la
serpiente y entonces ella se convirtió en diosa de la aguas, protectora de los
animales, dueña de la montaña y madre de las cosechas.
Actualmente,
una gran cantidad de adeptos le rinden culto y le piden solucionar, también,
otro tipo de problemas. Se cree que ella vive en Sorte, en el Estado Yaracuy;
algunos dicen que está parada sobre un pedestal de serpientes y otros dicen que
cabalga por la montaña montada en una danta. Es por ello que se la representa
cabalgando uno de estos animales, cuya estatua se encuentra en el trayecto de
una de las arterias viales más famosas de Caracas.
Según
algunos lingüistas, el vocablo Yaracuy significa “lugar de Yara”. El estado
Yaracuy está situado en la zona centro-norte de Venezuela. Su nombre le fue
dado en conmemoración al bravo cacique Yaracuy, habitante de las márgenes del
principal río del estado. La capital es la hermosa ciudad de San Felipe,
fundada en 1732, y cuyo nombre fue dado en honor al rey de España de esa época,
Felipe V.
La
leyenda señala que María Lionza manifiesta su presencia a través de una
mariposa azul, según testimonio de sus devotos quienes participan en los ritos
de culto que se llevan a cabo en la montaña de Sorte, en Chivacoa. Según la
leyenda, allí habita el espíritu de la diosa. Los peregrinos suelen acudir a
Sorte en otoño, puesto que allí, cada 12 de octubre, tienen lugar las principales
celebraciones en honor a María Lionza.
Los
seguidores del culto a María Lionza creen que el humo de los puros y la llama
de las velas complacen a la diosa. Como una prueba de su devoción, algunos
peregrinos hacen una parte del camino para llegar a Sorte, de rodillas. Caminar
sobre trozos de carbón es uno de los más famosos e impresionantes rituales
durante la fiesta de otoño que se lleva a cabo en Sorte, para agradar a “La
Reina”.
Desde
esa misteriosa montaña de Sorte, el culto a María Lionza se extendió a todo el
país y parte de Latinoamérica alrededor del año 1900. Por esta razón, la región
de Sorte es un sitio de peregrinación constante de los creyentes del culto
marialioncero, pues la práctica de esta modalidad de espiritismo se ha
extendido a otros países latinoamericanos y caribeños como Puerto Rico,
República Dominicana y Colombia.
La
leyenda de la doncella de Nívar ha cobrado fuerza con el paso de los años,
nutriéndose de la cultura europea, asiática y africana. En la década de los
años 50, el general Marcos Pérez Jiménez ordenó erigir en la Autopista del Este
de Caracas, una escultura de María Lionza montada sobre una danta, que aún
recibe ofrendas florales.
Hace
57 años, el 18 de marzo de 1960, la montaña María Lionza, ubicada en el estado
Yaracuy, fue declarada monumento nacional por decreto Nº 234 del presidente
Rómulo Betancourt. Sus devotos trabajan para que ella sea declarada Patrimonio
Cultural de la Humanidad.
Rubén
Blades, famoso cantante y compositor panameño, le ha cantado a María Lionza:
“En la
montaña de Sorte por Yaracuy
En
Venezuela, vive una Diosa
En la
Montaña de Sorte por Yaracuy
Vive
una Diosa, una noble reina
De
gran belleza y de gran bondad
Amada
por la naturaleza
E
iluminada de caridad …
Y va
velando a su tierra entera
Desde
el guajiro hasta Cumana
Cuida el
destino de los latinos
Vivir
unidos y en libertad”
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