Aunque pensamos que nuestro culto a María Lionza se supedita solo a la espiritualidad, el encendido de velas y a fumar tabacos. Esto apenas es el follaje de un árbol, cuyas raíces y troncos sostienen un amplio legado, astronómico, astrológico y número lógico, que lo vincula con el universo como un elemento vivo y activo en nuestro culto y en toda su práctica ritual.
Estos elementos y los elementales que lo soportan van en un enlace, con Dioses que se entrelazan entre las cortes originarias del culto. Entre estas cortes, de tronco indígena, destacan deidades como "Mawari" quien desaparece o aleja sus beneficios con la llegada de la temporada de sequía (verano) y resucita con la llegada de las lluvias y que nuestros campesinos celebran con fiestas y ofrendas que en la mayoría de los casos tributan a Don Juan del Yaracuy, la Cruz de mayo y un sin número de fiestas y cultos locales de orden religioso, que en lo más profundo de este hecho, es una fiesta a la Gran Madre y Diosa María Lionza.
Estos hechos, de orden agrícola, están regidos por el orden de las constelaciones donde resalta un fenómeno mitológico y simbólico como el de que "un ogro de la oscuridad, montado en un gran váquiro, devora al sol o a la luna en los eclipses y donde los árboles, bosques, cuevas son las habitaciones de los espíritus humanos que por su buen comportamiento, por su ayuda al prójimo, pasan a conformar las legiones y cortes de nuestra deidad femenina" estos elementos incluso tiene ese antiguo vínculo con el hecho del día hora y posición de los astros a la hora de nuestro nacimiento y que es por ejemplo el que aplicaba para la designación de los Manaure, piaches, mojanes, gasgas o pages.
Por otro lado, aunque nuestros pueblos aborígenes no desarrollaron la escritura, si conocieron los números y en el hecho religioso se aplicaron de acuerdo a lo que describe Antolinez: "las teorías cosmogónicas aborígenes basadas en los números trece, nueve, siete y cinco". La utilización de estos dígitos ubican desde el hecho esotérico y numérico a nuestros antecesores religiosos frente a un plano muy avanzado en la relación hombre, religión, culto.
A nuestro culto y sus antepasados religiosos podríamos compararlos con religiones tan antiguas como la mesopotámica y la egipcia, que hoy encumbran estos elementos para la definición de las personalidades y características de los individuos en la relación número/astrológica. Pero el pensamiento religioso y filosófico aborigen sirven de ley social tomando números y cifras como el 2, 4, 5, 9, 13, 52, 77, 92,104 y el 416 como cifras claves, así como símbolos sagrados en nuestra religión... Un ejemplo muy especial del 2 en el culto, rito y mito lo representa nuestra propia Diosa y Madre, los 22 guerreros que la custodian e incluso las 2 serranías que generan el principal vínculo energético de su templo natural.
Partiendo de este contexto mítico, histórico y religioso, sería de importancia principal que todo practicante y todos los jefes de caravana, pusieran en uso y valor este legado primigenio de nuestro hermoso culto a la Madre y Diosa María Lionza (Yara).
Por: Gallardo, Luis G.
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