La religión y su historia no es sólo un camino, cómo de pronto pudieran ser otras actividades del quehacer humano, la religión va mucho mas allá, es el vínculo histórico del hombre con su paisaje y su vida. La religión en cada lugar del planeta esta vinculada a la geografía, a los ciclos festivos, a los ciclos lunares y solares citando a Eliade (1971 ) "La historia de las religiones no es únicamente una disciplina histórica; es una hermenéutica total, puesto que esta llamada a descifrar y a explicar todos los encuentros con lo sagrado, desde la prehistoria hasta nuestros días." Pues vemos allí que ese vínculo sagrado del hombre y la religión no es nuevo y que es una fuente primordial, no desprenderse ni alejarse de ese origen, que en el caso de nuestra religión es netamente aborigen y profundamente sagrada.
María Lionza es en su infinidad un símbolo vivo, que transita bajo el influjo y el anclaje de los elementales... Mirar a nuestra deidad como símbolo de la naturaleza es innegable; la identifican su serpenteante río Yaracuy, las 22 quebradas que nutren a su cósmico río, toda una legión de deidades protectoras de la naturaleza y las especies animales, la producción agrícola, la fortuna y el amor. María Lionza como símbolo sagrado y cósmico es de un muy antiguo linaje sacerdotal, religioso.
Nuestro sagrado culto, rito y mito hoy lo concebimos como una articulación más compleja, producto de un enfoque más totalizado, donde la transculturación y el llamado modernismo nos llevan por un desenfoque a este culto vivo que cabalga en una danta herrada, que germina en una serpiente emplumada y que nos envuelve en una cosmogonía, donde las virtudes, el arraigo y el modernismo sincretiza en el hecho y la practica religiosa, sin una interpretación lógica (hermenéutica total) de la religiosidad que lleva en su hueso ilíaco reminiscencia de pueblos Karibe, Arawak, Chibcha, Taíno, Tupí que la conquista y la presencia africana fueron llenando de elementos geográficos africanos y europeos... Que hoy recogemos sin precisión y en algunos casos sin respeto por lo sagrado que fluye por la geografía de nuestra venas.
Nuestras venas están cargadas de religiones aborigen, árabe, africana y europea y esto a llevado a nuestro culto en torno a Yara, Yurubí, Mayurupi, Shía, Guaishía, Abonure, Yamaro, Urimare y todo nuestro propio universo de nombres aborígenes en el que hoy recogemos el nombre de nuestra madre y Diosa con la denominación de María Lionza.
Entendemos que nuestro culto por fortuna es vivo y este hecho es fundamental para que hoy ande tan vivo como lo fue en un principio y para siempre. Pero hoy necesitamos que toda esa carga histórica y social que nos acompaña, sea fuente primordial, sincera y profunda para comprender y despertar en nosotros la grandeza religiosa de nuestra madre y Diosa en armonía y respeto de practicantes, creyentes y seguidores.
Si nosotros decidimos encontrar a María Lionza en todos los ámbitos de la vida venezolana, debemos interpretar profundamente, las prácticas y tradiciones culturales de nuestra patria...
Es necesario caminar de la mano de nuestra Diosa, en un viaje que nos remonta a las primeras organizaciones humanas, de lo que hoy conocemos como el continente Americano. Este camino se va cargando de largos senderos, de fuentes profundas viajando en la memoria aborigen, desde épocas inmemoriales, sincretizándose en una primera etapa, con los conquistadores Europeos y la iglesia católica y mas tarde con los pueblos del África subsahariana o áfrica negra, y en el siglo XX y en el siglo XXI con las sociedades urbanas donde en gran medida esta manifestación, pierde el sentido de la tierra.
Por: Luis G. Gallardo.
Maestro espiritual. Investigador. Maestro especialista en indigenismo y cultura yaracuyana. Director del gabinete estadal de cultura, Yaracuy.
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