Juana de Dios Martínez de
Henríquez
* 8 de marzo de 1928 (San
Pablo)
+ 8 de marzo 2020
(Chivacoa)
Sacerdotisa del sector
Quibayo, fue declarada patrimonio viviente por el Consejo Legislativo del Estado
Yaracuy en noviembre de 2018, por lo que agradeció tal distinción como parte de
lo que durante años ha creído y mostrado a quienes la buscaron “La reina María
Lionza para mí no es un mito ni una leyenda, es de verdad porque yo la he visto
y la he sentido”, afirmó entonces.
Como parte de un homenaje
de nuestra parte, publicamos una nota de prensa publicada el 17 de septiembre
de 2017, un año antes de ser otorgada la Salvaguarda del Patrimonio Cultural
Inmaterial:
Por: Benito Irady
Cuando el fotógrafo Rafael Salvatore le
preguntó por su nombre completo, ella le respondió: “Juana de Dios Martínez,
Sacerdotisa de la Reina María Lionza y de sus Cortes”, refiriéndose a la Diosa
que entró a las montañas por Nirgua, se instaló en Sorte y empezó a hacer
milagros con una suma de guerreros eternos a su alrededor. Debió venir de la
transparencia de las aguas y tiene innumerables leyendas que se reproducen en
todos los confines de la tierra.
María Lionza manda junto a sus
panteones espirituales entre las corrientes del Sorte y del Yaracuy que toman
camino al mar. Un conjunto de montañas del Caribe divide a los ríos desde sus
lugares de nacimiento, así, cuando el río Cojedes llega al Orinoco ya trae
aguas del Charay, del Chorro, del Buría, del Turbio. Se conocen esas montañas
con sus ríos como monumento natural Cerro María Lionza o simplemente montaña de
Sorte, declarado patrimonio por el gobierno venezolano desde el año 1960, para
destacar y proteger la belleza de su paisaje. Allí habita la Reina María
Lionza, un espíritu mediador que descifra el futuro en asombrosas procesiones
nocturnas. Uno de los sectores de mayor renombre por el culto a esa Reina Madre
se conoce como Quibayo, donde acuden ricos y pobres, hombres y mujeres,
ancianos y niños procedentes de distintos lugares del país y del mundo buscando
sanación y paz. Allí se planificó un encuentro con Juana de Dios Martínez, la
Sacerdotisa de la Reina María Lionza y de sus Cortes, próxima a cumplir noventa
años. Nació un 8 de marzo de 1928 en San Pablo, muy cerca de Chivacoa, estado
Yaracuy y tiene la facultad de sacar a los espíritus de sus retenes.
“Después que los espíritus pagan sus
penitencias en los retenes pueden venir acá para ayudar y se hace contacto con
ellos para que bajen, pero hay que conocer sus costumbres. Si Nicanor Ochoa en
vida comió chimó el baja comiendo chimó, o si bebió aguardiente en vida hay que
darle aguardiente al bajar, al Doctor José Gregorio Hernández que le gustaba el
café amargo hay que darle su café a amargo y a Simón Bolívar se le pone su copa
de brandy, así es esto.”
Es un oficio que obliga a reconocer las
particularidades de las viejas piedras y lo que se expresa, la mezcla de lamentos
de esos cuerpos tirados en la arena o sobre tierra de lombrices. Las manos
cortadas llegan a sangrar y sacuden todos sus males. Es un oficio de
interpretación del mundo a través del humo del tabaco y de las pisadas
discontinuas de añejos seres que aparecen en medio de las hogueras con
discursos estallantes en los labios de otros. Se ponen flores, muchas flores
para recibir la bendición. Arriba están los santos que son los celestiales,
abajo van los indios y las cortes chamarreras y las cortes médicas, y otras
cortes, así se van forjando los altares. “Aquí viene toda clase de gente,
vienen personas enfermas, vienen de hogares que están para desunirse, vienen
comerciantes que están mal en sus ganancias, vienen estudiantes que han
empeorado en sus estudios, vienen agricultores que han perdido sus cosechas y
son recibidos en nombre de la fe. Entonces aquella Diosa sin raza, sin colores,
sin edades, demuestra con pruebas el significado de la fe, concediéndoles lo
que han venido a pedir y haciendo curaciones que no han logrado los médicos
terrenales, porque aquí se cura con las aguas de las montañas en un lugar
sagrado...”
Juana de Dios reza y hace sus ensalmes
con plantas, con licor, con velas, con tabacos. Nunca estudió, “lo que tengo lo
tengo de nacimiento” y puede cambiar el curso de la vida en otros seres
sometidos a la prueba total. La puso en ese sitio de Sorte la Reina María
Lionza para que llegara con sus bienaventuranzas hasta la salvación de los
demás y penetrara en el corazón de la gente en el nombre de Dios Todopoderoso,
porque “con Dios todo y sin Dios nada”. Entonces decide qué hacer, si una
charla, si un ensalme, si una velación, lo que ha aprendido en la vida.
Empezó a saber de esto a los siete años
cuando soñó con la muerte de Juan Vicente Gómez y le dijo a su mamá ordeñando
una cabra, que a partir de esa fecha iban a comer mucha carne, porque todo el
ganado que estaba sin herrar debía ser de ellos y que iba a venir mucha gente
con sombreros y escopetas y aquel sueño se dio. Su madre que vivía trabajando
en una de las tantas haciendas de Juan Vicente Gómez, en sus tierras, pensó en
un momento que la niña estaba enloqueciendo, pero no era así, se trataba de una
revelación muy fuerte. Otra revelación dolorosa la tuvo con uno de sus hijos.
Soñó que había muerto y vio la urna y desde aquel tiempo empezó a sufrir porque
tras el sueño, perdió al hijo “Dios lo necesitaba porque era el indicado de
Dios”. En una revelación anterior sintió una voz que le dijo ¡Ponte de rodillas
que voy a dar un mensaje! cuando ella estaba frente al altar mayor. Era un
espíritu que no se había certificado y volvió de nuevo con su voz, ¡Recen, para
que la desgracia de Caracas no sea tan grande! y a las pocas horas se supo del
terremoto y de los muertos de Caracas, pero ella estaba despierta cuando se le
pegó al cuerpo esa voz. Otro sueño entre tantos lo recibió para que hiciera
vigilia, rosarios, peticiones, elevara plegarias, porque venía otro desastre
hacia Caracas, el mensajero bajó a través de la materia y le comunicó que llovería
incansablemente y que sucedería lo que llegó a suceder, el deslave de Vargas.
Debía rezar mucho y pedirle a la Virgen del Carmen para que no fuera peor lo
que Dios ya tenía destinado. “La materia se pone vieja, pero el espíritu sigue
joven” dice entre bromas refiriéndose a su edad, pero ella sigue cumpliendo su
misión, conociendo los designios de Dios y dedicándose a la montaña.
La primera vez que se casó tuvo un fracaso en su matrimonio y dos hijos, la segunda vez que se casó y pasaría a vivir a Chivacoa, a orillas de la quebrada Carmiña, tuvo cinco hijos más, fue cuando llegó a ver un espacio sonando en candela en la montaña, se metió al fuego, caminó sobre las brasas y no se quemó, allí tuvo una prueba fidelísima de sus facultades y le fue tomando tanto amor a la montaña que decidió separarse de su esposo para estar más cerca de los espíritus que se posesionaron en su materia, entraban y se manifestaban y ella reza cuando va a cumplir esa misión cuando va a transportarse a través de los espíritus. Baja la Reina, baja Guaicaipuro. Puede montarse en sus espaldas a un hombre que pesa ciento cuarenta kilos y hacer sus embajadas en la candela. Baja el Negro Felipe y la Negra Francisca que toman ron y puro brandy. Bajan los indios, suenan los tambores y ella sigue en la verdadera concentración procesional sintiendo los fluidos entre las doce de la noche y las cinco de la mañana, por eso se separó de su esposo desde que tenía treinta y cinco años de edad y no quiso saber más de fiesta, ni de sexo ni de nada que la distrajera de su misión. “Seré sacerdotisa hasta la tumba y si el gobierno da permiso que me entierren aquí en la montaña”, terminaría diciendo antes de transportarse nuevamente.
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