Por Daisy Barreto
Universidad Central de Venezuela
En el lapso que comprende estos últimos
cincuenta años, de 1939 a 1989, en la tradición escrita han aparecido
múltiples variantes de dos versiones del mito de María Lionza:
La más antigua que hemos encontrado en la
revisión de las fuentes hemerográficas data de 1939 y es una historia mítica
que atribuye a María Lionza un origen indígena. Ella es hija de un cacique de
la tribu Caquetia o Jirajara, que habitaban en tiempos prehispánicos en la
región de Nirgua en el estado Yaracuy.
Debido a que su padre no quiso
sacrificarla al dueño de la laguna, fue recluida en un bohío hasta que se hizo
mujer. En un descuido de sus guardianes se aproximó a la orilla de la laguna y
el dueño. al verla la rapta. Ella se convierte así, en un encanto femenino, en
la culebra anaconda, que habita en el fondo de las aguas, de las que sale
transformad en una gran sierpe, con características de dragón.
Otras veces aparece en forma de una gran
mariposa de tonos azulados, o como un venado blanco, o como una mujer de bellos
atributos femeninos con los que encanta a los campesinos y cazadores que se
adentran en la montaña, Ilevándoselos al fondo de las aguas donde tiene su
reino. De esta versión encontramos hasta hoy múltiples variantes en la
tradición oral, pero los relatos mantienen en su estructura estos elementos.
La segunda versión del mito comienza a
aparecer en la tradición escrita, a partir de los años sesenta. En esta
versión, encontramos tres variantes: 1) María Lionza es la hija de la unión de
un español y una india, 2) es hija de un matrimonio español y 3) es la hija de
un negro africano y una mujer española. En todas estas versiones hay un rasgo
invariante y es que ella todavía niña o después de hacerse mujer se pierde en
la montaña de Sorte, en el estado Yaracuy. Esta montaña, desde mediados de este
siglo pasó a ser el lugar sagrado de reunión de los creyentes, donde acuden de
todas partes del país y, más recientemente, de otros países hasta donde ha
llegado su influencia, como Colombia, Trinidad, Curazao República Dominicana y
Ecuador. En esta montaña la niña o mujer se perdió y la raptó el adueño. de las
aguas, o el «encanton que en ellas habita. En otra versión del mito se cuenta
que fue criada por una Onza, (mamifero carnívoro semejante a la pantera, que se
dice es domesticable), bajo cuya protección se crió. A partir de aquí, ella se
transformó en La Reina, María Leonza o María Lionza. La diosa virgen, madre de
las aguas, dueña y. señora protectora de la naturaleza virgen que prodiga
ternura y protección a los hombres, pero puede castigar y traer también la
muerte y la desgracia. Con ella se hacen pactos para obtener bienes que van desde
el dinero, la salud, el amor, el trabajo, la suerte en los juegos, etc.
A la versión del origen blanco, español,
se la ha querido dar una fundamentación histórica a partir de un documento de
archivo que se dio a conocer por los años sesenta. Se trata de un documento
sobre una Encomienda de indios de .nación Guamontey y Jirajaras que fue
asignada al pueblo de Santa María de la Victoria del Prado de Talavera, en el
Yaracuy, y que la tenía el mulato Simón Díaz, quien al morir le sucede su mujer
Doña María Alonzo, a quien se le proveyó en 1631 hacer posesión en segunda vida
de la Encomienda de su marido. (Archivo General de la Nación. Encomiendas. t.v.
1945). Se dice que esta mujer encomendera llegó a ser muy rica, y que antes de
morir dejó enterrados en la montaña de Sorte sus tesoros. Se asocia a partir de
aquí, el espíritu de doña María Alonzo con María Alonza.
A través de la tradición oral; el mito y
la creencia de María Lionza se remonta a los comienzos de este siglo. Diversos
testimonios recogidos entre personas que vivieron a principios de este siglo,
confirman la existencia de la creencia en María Lionza en el estado Yaracuy y
en los estados vecinos desde esos años. Gran parte de estos testimonios orales
fueron recojidos por los poetas, escritores e intelectuales Yaracuyanos, como
Eliseo Jiménez Sierra, Manuel R. Cárdenas y Gilberto Antolínez, quienes las
incorporaron en sus publicaciones a partir de los años 40. Algunas de estas
historias míticas fueron contadas por sus progenitores o por los lugareños
quienes decían, que en la Montaña de Sorte los campesinos y negros celebraban
ritos a esta diosa.
El poeta yaracuyano Eliseo Jiménez Sierra
comienza su poema a María Lionza, preguntandose por los orígenes de esta diosa:
Quién eres, di leyendaria?
de dónde llega tu acento?
Eres acaso la niña
-codicia de aventurerosque
huyendo un día al Rey criollo
sembró su vida en el cerro?
O Eres la Reina del agua ... esa de nube y
misterio
que a la orilla de los ríos
adoraron otros pueblos?
Te pintan los que no saben
medir la luz de un secreto,
los que nunca en sus dominios
la belleza comprendieron, '
como una reina maligna,
dueña de un turbio dinero
que das a trueques de almas,
sin el permiso del cielo.
La imaginería poética y mitológica de ayer
y de hoy, alrededor de María Lionza, se sigue recreando el misterio de sus
orígenes, en la que ha predominado la imagen de ella como una hermosa india
desnuda que derrocha sensualidad y encanto. Esta imagen se ha reforzado con la
representación iconográfica: en la escultura, la pintura, en dibujos, tallas,
grabados, también en los montajes para teatro
y danza, y en las composiciones musicales, que van desde la música folclórica, pasando
por himnos, como el que escribió para ella el famoso cantante José Luis
Rodríguez en el año 1963, cuando fue su adepto, hasta la pieza de salsa, con
que la internacionaliza el famoso cantante de este género musical, Ruben Blades.
La otra imagen de María Lionza que se asemeja a un retrato de una mujer española,
con peinado, corona, aretes, collar y un traje al estilo de las reinas europeas
del siglo XIX, la encontramos a partir de los años sesenta, aunque no podemos afirmar
que no tenga una mayor antigüedad. A veces lleva un banderín en su mano izquierda
que dice, protectora de las aguas. Diosa de las cosechas. Esta imagen de María
Lionza como una reina española, junto con la de la escultura de Alejandro
Colina (19521, en la que aparece montada sobre una danta, situada en la
principal arteria vial de Caracas se han incorporado en todos los altares y
santuarios.
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