El niño dentro del útero oye el tambor de su madre, manteniendo un latido constante. La costumbre antigua era llevar un tambor al lugar del parto. El tambor sonaba constantemente… igual que el latido de la madre, diciéndole al bebé que fuera del útero todo era tan seguro… como dentro de él.
Lobo Negro
Mircea
Eliade, filósofo e historiador de las religiones rumano, aseguraba que "El
tambor chamánico se distingue de todos los demás instrumentos en que producen
'la magia del sonido' precisamente por el hecho de que permite la experiencia
extática".
El
antropólogo Rodney Needham declaró que "la descripción más común, que se
encuentra una y otra vez en la literatura etnográfica, dice que el chamán toca
el tambor para establecer contacto con los espíritus".
"Se
ha descubierto que en todo el mundo la percusión, cualquiera que sea la forma
en que se produzca, permite y acompaña la comunicación con el otro mundo".
Nevill
Drury, en Elementos del Chamanismo, escribe: “Hay algo que nunca deja de
sorprenderme, y es que después de aproximadamente una hora de tocar los
tambores, la gente normal de ciudad es capaz de conectar con realidades míticas
extraordinarias con las que nunca han soñado.”
Desmond
Morris, zoólogo y etólogo británico, escribía en su famoso libro "El mono
desnudo" que "No es casualidad que la mayor parte de la música y de
las danzas populares tengan un ritmo sincopado. También aquí, los sonidos y los
movimientos devuelven a los actores al mundo seguro del útero." "Nos
mecemos cuando sentimos angustia. Oscilamos hacia delante y hacia atrás sobre
los pies cuando nos enfrentamos con algún conflicto. La próxima vez que vean
ustedes a un conferenciante oscilando rítmicamente a un lado y otro, comprueben
si sus oscilaciones se producen al mismo ritmo que los latidos del corazón.
Dondequiera que vean inseguridad, hallarán, posiblemente, el ritmo
tranquilizador del corazón, envuelto en cualquier disfraz".
Miranda
Gray en su obra “Luna Roja” señala que “El tambor era un instrumento femenino
cuya forma evocaba el circulo de la tierra y el útero, el ciclo de las
estaciones, la luna y la mujer; la voz del tambor era la de la tierra, el
latido de la vida en el vientre materno y el oculto poder de la vida dentro del
mundo palpable”.
“Tocar
el tambor implicaba invocar a la madre oscura, la Anciana, la chamana o bruja,
la oculta fuente de vida que toda mujer lleva dentro, y el compás marcaba el
constante ritmo de la vida, la luna y el ciclo menstrual femenino. Aunque el
tambor dejase de sonar, los ritmos naturales continuaban”.
“Como
sucede con la danza, el hecho de tocar el tambor puede hacer desaparecer las
restricciones del intelecto y despertar la conciencia del mundo interior, pues
este instrumento se transforma en una forma de expresión de las energías
creativas y en un nexo con el mundo interior”.
Tocar
el tambor también se puede usar como una forma de terapia para liberar y
moviéndose a través de las emociones fuertes tales como el dolor y el desamor.
Esta percusión puede ayudar con una gran variedad de temas, tales como:
recuperar aspectos perdidos del alma, la liberación de las entidades no
saludables, la resolución de conflictos en el inconsciente, la transformación
de la energía negativa de los traumas del pasado en energía positiva, ayudando
a la gente por fin se sienten emociones reprimidas, y sanando a los patrones no
saludables y hábitos.
FOTOS 1,2, 4 y 5: Ojos Antropológicos / FOTO 3 Portal María Lionza la Madre.
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