sábado, 25 de abril de 2020

Corte Médica: Natalicio de Rafael Rangel



Natalicio de Rafael Rangel, fundador de la Parasitología en Venezuela

Por: Eumenes Fuguet
Nació en Betijoque, estado Trujillo, el 25 de abril de 1877, graduado de Bachiller en Filosofía el 6 de agosto de 1896 en la Universidad del Zulia. Realizó estudios de medicina en la Universidad Central de Venezuela entre 1896 y 1898.

No completó el segundo año de la carrera, ni se graduó de médico; sin embargo, el excelente adiestramiento que tuvo en ese breve lapso, las lecciones que recibió del doctor Santos Aníbal Dominici, en el Instituto Pasteur de Caracas, donde fue su preparador y se familiarizó con la bacteriología y la microbiología técnica, haber sido externo en la Cátedra de Clínica Médica, dirigida también por el doctor Dominici en el Hospital Vargas y el desempeño que tuvo como preparador en las cátedras del doctor José Gregorio Hernández, entre el 16 de agosto de 1899 y el 1 de abril de 1903, quien le enseñó las técnicas de la parasitología microscópica, la coloración de microbios, la elaboración de medios de cultivo, y la inoculación de gérmenes patógenos en animales de laboratorio, facultaron a Rangel para recibir el nombramiento, el 18 de febrero de 1902, de jefe del Laboratorio de Histología y Bacteriología del Hospital Vargas, donde además de hacer los exámenes de rutina y ofrecer soluciones terapéuticas, desarrolló una corta pero fructífera carrera de investigación.

Por sugerencia del doctor José Gregorio Hernández, una de las primeras líneas de estudio seguidas por Rangel, fue, estudiar la estructura y fisiología del sistema nervioso. Su contribución de mayor impacto en la historia de la medicina, consistió en el análisis sistemático y detallado -fundamentándose en el estudio de casos- de la anquilostomiasis como causa de anemias graves en poblaciones rurales. En las deyecciones de pacientes y en la mucosa intestinal observó y el parásito Necator americanus y sus huevos.

Esos hallazgos fueron sumamente útiles para establecer el tratamiento de la enfermedad. A fines de 1904, en un viaje a los llanos logró establecer la causa de la “derrengadera” o “peste boba” de los caballos al encontrar organismos unicelulares o Tripanosomas en la sangre de animales afectados. Entre 1906 y 1907, cerca de Coro en el estado Falcón, diagnosticó correctamente como ántrax una enfermedad bacteriana conocida vulgarmente como el “grito de la cabra”.

En marzo de 1908, se presentó en el puerto de La Guaira una enfermedad infecciosa con carácter epidémico que produjo gran alarma en la colectividad porque se sospechaba que se trataba de peste bubónica. Rangel fue llamado para que averiguara lo que estaba pasando y como en un primer momento no logró aislar los agentes etiológicos, declaró que los enfermos no estaban aquejados de tan temida enfermedad.

En análisis sucesivos Rangel apreció, que efectivamente se trataba de un brote de peste bubónica y que por retardar el diagnóstico, la epidemia había tomado cuerpo, causando defunciones que pudieron haberse evitado con las medidas preventivas que debieron ser tomadas desde un comienzo. Ese error diagnóstico, producto del apresuramiento, hizo que recayeran sobre Rangel acusaciones y desagrados que se confabularon para crearle un antagonismo social y político, acrecentado al perder la protección del Presidente Cipriano Castro, quien se ausentó del país en noviembre de 1908.

A Rangel le fue negada una solicitud de beca para estudiar en Europa, sin defensa en el ámbito oficial, atacado por aquellos que pretendieron ser sus amigos. Desarrolló una psicosis depresiva que lo condujo a suicidarse ingiriendo cianuro en el laboratorio a su cargo en el Hospital Vargas. Un fin trágico que sacudió el ambiente académico y la opinión pública, y que dio origen dos meses después, a una obra de teatro titulada “Sombras”, original de Salustio González Rincones, escrita como un tributo a la amistad que existió entre Rangel y la familia del escritor.

La presentación tuvo lugar en el Teatro Caracas, el 9 de octubre de 1909, ante una nutrida concurrencia. En el drama que se desarrolla en cuatro actos. Uno de esos personajes es un profesor de medicina que incrimina supuestamente al doctor José Gregorio Hernández en un comportamiento hostil en contra de Rangel. Sin embargo, una revisión ponderada de la relación entre Rangel y el doctor Hernández denota que la expresión teatral es infundada y que estuvo motivada por una distorsión de González Rincones.

El doctor Hernández se ocupó de Rangel a su llegada de Betijoque en 1896, e influyó de manera pública y notoria, una vez que constató que éste poseía habilidades extraordinarias para el trabajo en el laboratorio, en el proceso de selección para escoger a los preparadores, de manera que lo designara como asistente de sus cátedras. Esta fue una recomendación atinente, porque Rangel se convirtió en un técnico de primera bajo la influencia del doctor Hernández.

Además, fue evidente en los círculos académicos de la época, que las enseñanzas recibidas por Rangel de su maestro fueron trasmitidas con esmero, de manera prolija y sin inconvenientes en la cátedra y el laboratorio. Rangel siempre reconoció en el Doctor Hernández un maestro, un apoyo y un estímulo. Prueba de ello fue que en 1904 le dedicó uno de sus más connotados trabajos sobre el anquilostomo y en l906, siendo jefe del Laboratorio del Hospital Vargas, acudió a él para hacerle consultas sobre un trabajo conjunto con A. Minguet Letteron sobre el carbunclo.

El 1 de junio de 1973, la Cátedra y el Servicio de Psiquiatría del Hospital Vargas, convocaron a un connotado grupo de médicos y psiquiatras, para discutir, basándose en una charla del doctor Marcel Roche, las causas del suicidio de Rafael Rangel. Los asistentes coincidieron en afirmar, que no obstante, la contribución que hizo a la historia de la medicina, la cual lo califica como el fundador de la Parasitología en Venezuela, Rangel sufría de una psicosis depresiva que por factores políticos y sociales hizo crisis en los días que antecedieron a su trágica, lamentable y prematura muerte.
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JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ Y RAFAEL RANGEL

Por: Francisco González Cruz
José Gregorio Hernández y Rafael Rangel representan dos figuras trujillanas del mayor relieve en el campo de las ciencias de la salud, pues ambos fueron pioneros en la medicina experimental de Venezuela, fundaron laboratorios, realizaron investigaciones científicas del más alto nivel, dictaron cátedras universitarias y formaron discípulos sobresalientes que continuaron su obra.

José Gregorio nació en Isnotú, Rafael Rangel en el centro poblado vecino: Betijoque. El primero en 1864, el segundo trece años después, en 1877. Ambos murieron trágicamente en Caracas, en circunstancias vinculadas a sus tareas profesionales y a edades tempranas: Rangel de 32 años en 1909 en su laboratorio luego de atender a sus estudiantes; Hernández, de 55 años, nueve años después, en la calle buscando una medicina para una paciente necesitada.

Ambos salieron muy jóvenes de su tierra natal a formarse en ciencias médicas, el primero se graduó como médico y ejerció como profesor, investigador y atendió sus pacientes, el segundo inició su carrera de medicina y luego se dedicó enteramente a la investigación y a la docencia. Hernández fue profesor de Rangel y ambos trabajaron juntos en el mismo laboratorio, el primero como director de la cátedra y Rangel como su brillante asistente.

Hernández fundó la cátedra de bacteriología de la Universidad Central y se considera el pionero de la medicina moderna en Venezuela. Rangel es el primer director del Laboratorio de Microbiología del Hospital Vargas y es considerado el padre de la Parasitología en Venezuela. Ambos realizan investigaciones de mucha importancia en el campo de la salud pública, publican renombrados artículos científicos, dirigen tesis de grado y postgrado y cada quien en su campo brillan en el ambiente científico.

El médico distribuye su tiempo entre la consulta a sus enfermos, la cátedra, la investigación y su vocación religiosa. Rangel se entrega por entero al laboratorio y a sus estudiantes. Existen testimonios de la austera vida personal de ambos, los dos impecables, correctos, de excelente porte, educados, estudiosos, cultos y admirados por quienes los conocían. Ambos un tanto tímidos.

Rangel decide acabar con su vida y en relación a la causa vaya su propio testimonio: “desde que la política vil y rastrera de mi país se introdujo en el laboratorio, me encuentro asfixiado, aislado y todo es hostil a mis grandes planes científicos”. Hernández también tuvo problemas con la política “vil y rastrera”, aquí está su testimonio por qué se fue de Trujillo en 1889: “Por fin como que va a suceder lo que tanto habíamos temido: me dijo un amigo que en el Gobierno de aquí se me ha marcado como godo y que se estaba discutiendo mi expulsión del Estado, o más bien si me enviarían preso a Caracas”.


Existen, por supuesto, notables diferencias en la vida de ambos personajes, pero un asunto sustantivo que los aproximan es que pusieron sus talentos y entregaron sus vidas, generosamente, al servicio de la salud. La ciencia al servicio de los demás.







UNA APROXIMACIÓN A LA EPIDEMIA DE PESTE BUBÓNICA DE 1908 EN VENEZUELA



Por: Manuel Donís Ríos. Investigador Instituto de Investigaciones Históricas UCAB
En agosto de 1908 se desató en La Guaira una epidemia de peste bubónica, o “peste negra”, enfermedad infecciosa y contagiosa causada por la bacteria Yersinia pestis, que se contagia por las pulgas que proliferan en las ratas negras (Rattus rattus) o ratas de campo. Una vez que una pulga infectada pica a un ser humano le inocula la bacteria que, en principio, viaja por los ganglios linfáticos haciendo que se abulten y tomen una coloración oscura (bubones). De allí el nombre de la enfermedad. Se inicia un período de fiebres y escalofríos, y la muerte se produce en pocos días.
El barco que atracó en La Guaira venía de Trinidad y los primeros casos se presentaron en el puerto y en el mercado. Fue el doctor Rosendo Gómez Peraza quien diagnosticó la enfermedad en el lugar. La noticia llegó a oídos del presidente de la República, general Cipriano Castro, quien ordenó apresarlo y conducirlo a La Rotunda, en Caracas; y llamó al bachiller Rafael Rangel (Betijoque, 1877-Caracas, 1909), destacado microbiólogo del hospital Vargas, para que investigara sobre la causa del mal.

Gómez Peraza fue acusado de crear pánico a favor de los enemigos del régimen. En los días siguientes se dijo que no había peste alguna en el puerto, pero el bacilo de Yersin (toma su nombre del bacteriólogo francés Alexander Yersin, su descubridor en 1894) se convirtió en una epidemia que alcanzó Caracas. No se extendió más porque la población se protegió con inyecciones del suero que había creado el mismo Yersin y se declaró la guerra a las ratas. A Castro no le quedó otra que liberar a Gómez Peraza.

Rangel recogió muestras de los bubones y luego de cultivarlos en ratas, concluyó que no se trataba de la peste negra, pero las personas continuaron muriendo. Se trasladó de nuevo a La Guaira y realizó segundas pruebas, que dieron resultados positivos para la peste bubónica. Castro decretó la emergencia y el cerco epidemiológico, declarando la cuarentena en La Guaira. Rangel ordenó quemar las casas más insalubres e inició la cacería de ratas, ofreciendo dinero por cada rata muerta que le llevaran.

Superada la epidemia, se acusó a Rangel de no haberla diagnosticado a tiempo y se le responsabilizó por las víctimas fatales. El general Juan Vicente Gómez, quien había derrocado a su compadre Cipriano Castro el 19 de diciembre de ese año, no reconoció las deudas contraídas por Rangel para indemnizar a los guaireños que habían perdido sus casas. Además, lo etiquetó como simpatizante del castrismo y le negó una beca para especializarse en Medicina Tropical.
Rangel no soportó la presión y decidió ingerir cianuro en su laboratorio. Comparto la opinión de Daniel Sánchez Silva, médico a quien hemos recurrido para este trabajo: “a mi parecer Rangel fue una víctima tardía, quizás la última, de la peste bubónica de 1908”.


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