Devotos fotografiados durante la comida del mediodía. Fila de la Enjalma, Distrito Bruzual Estado Yaracuy.
No es de extrañar para aquellos que se hayan internado alguna vez solitarios en algún bosque, constatar la predisposición natural humana a sentirse en compañía de deidades imaginarias. Los ruidos innumerables que entonces se perciben en medio del gran silencio humano, las sombras en alternancia con los claros del sol, el peligro de ser atacado por cualquier animal, crean ambiente propicio para que el hombre a su vez deposite su fe en un ente protector.
Algo de todo esto debe haber creado a María de la Onza o María Lionza como la llama el pueblo más comúnmente. Hay de este mito venezolano muchas definiciones, tanto en lo que se refiere a las manifestaciones visuales de La Reina -como también se la distingue-, que unas veces puede ser una hermosa mujer que aparece montada sobre un caballo blanco, otras en que se lave llevando de la mano una onza -de donde el apelativo- etc., como en los hechos que se le atribuyen. Un denominador común sinembargo, une a todos sus devotos: la fe y la esperanza que en sus poderes ponen.
Tuvimos ocasión de visitar dos veces el lugar de más ferviente culto el cerro dela enjalma en el Distrito Bruzual del Estado Yaracuy. Después de una ascensión penosa, debido a los elementos de trabajo con que tuvimos que cargar ya lo empinado del cerro, llegamos a "los palacios" de la Reina, sitios de indudable belleza natural cerca de los nacientes de agua que desde el cerro decienden hasta la quebrada de Sorte.
De las dos visitas practicadas de aquellos sitios, la más interesante para nosotros fue la que llevamos a efecto en los días de Semana Santa (1958), porque es en esos días en que la afluencia de devotos y curiosos es mayor. Allí, cerca de los parajes donde se le rinde culto a María Lionza, cada quien improvisa su vivienda con chinchorros, mesas anafes y demás cosas necesarias para pasar varios días en contacto con el culto en sus diversas manifestaciones.
El principal lugar de devoción llamado "la casa mayor", llama la atención porque en él se ven confundidos diversos elementos (sincretismo) del culto católico con esta creencia de origen indígena. Lápidas de mármol, con inscripciones en los que se dan las gracias por favores recibidos, alternan con velas, candelabros, cruces, objetos que en cierto modo presiden sobre las ofrendas -tabacos, polvos cósmicos, perfumes desparramados en los salientes de la roca y por el suelo.
A la ingenua devoción popular Lamentablemente se le han juntado ciertas manifestaciones espiritistas (o algo que se le parece) por medio de las que se pretende curar males físicos y ayudar en las necesidades de orden espiritual o económico. Lamentablemente, porque al tenor de lo presenciado por nosotros, mucha mala fé e ignorancia andan juntas por allí, en sesiones de aparentes estados hipnóticos en las que se invoca junto con María Lionza, al doctor José Gregorio Hernández, a "Francisco Eloy Blanco" y otras notables personalidades.
Las cartas, en cambio, dirigidas a la Reina por sus devotos, y las expresiones ingenuas de los que en ella creen, merecen atención para ver si se logra canalizar esa fe hacia fines de menos dudosa eficacia. Obtuvimos en aquella ocasión, varias cartas que estaban esparcidas en el lugar más alto del sitio de devoción. Algunas de ellas firmadas por personas no carentes de instrucción. Y junto a estas manifestaciones, como hemos dicho, las de la fe sencilla como la de un señor larense a quien vimos que llevaba una botella de agua recogida cerca de la Casa Mayor, el que, al preguntarle nosotros porque llevaba esa agua, nos respondió: "Es para los niños. Agua de la Reina. Porque eso es la felicidá de ellos. Porque ella (La Reina) no me falta a yo".
FUENTE: El Universal 6 de junio 1961
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