lunes, 13 de julio de 2020

Don Cantalicio Mapanare en el imaginario colectivo



“Sus Sacerdotes no tenían ningún poder temporal”
Ernesto Cardenal

Por: Luis G Gallardo
gregoesluis@gmail.com

El poder de nuestros dioses, es la presencia antigua de nuestros pueblos indígenas en la américa mestiza, viajar hacia ellos es un largo camino de un linaje muy basto con miles de corrientes de las cuales apenas nombraremos algunas: Unas Tupi guaraní, otras Arawack y otras Caribes; de estos últimos heredamos una deidad patriarcal a la que hoy tras el influjo de la conquista y colonización, simplemente llamamos “ Don Cantalicio Mapanare” que junto a María Lionza, es uno de los dueños de los metales en el llamado ciclo minero de occidente.

Del cual y sin duda alguna Gilberto Antolínez, nos detalla cuando señala: “En Yaracuy, hay dos dueños de los metales: María de la Onza en los predios del valle de Yaracuy en la Sierra de Santa María de Nirgua, o de la Onza; y Don Cantalicio Mapanare, antigua deidad serpiente de los Karibes Shiparikota o gente de la montaña en la Serranía del Tigre...” Este Don Cantalicio Mapanare se representa con la conocida serpiente “Arcoíris” de los cerros Cañoate e Higuerón de San Pablo, actual municipio Arístides Bastidas.

En dicho municipio recogimos en visita de campo, una versión de esta serpiente arcoíris del agricultor, Francisco Pérez, de 47 años quien nos narró la siguiente historia:

“La serpiente arcoíris cada cierto tiempo aparece aquí en san pablo; sobre todo para los tiempos que se acerca las lluvias por los lados de los cerros Higuerón y Cañoate, los chorros de Agua Buena y San Pedro, a mí me ha tocado durar dos y tres horas esperando que pase para poder ir a mi conuco; no es bueno pasar por encima de ella, primero porque es muy gruesa con muchos colores y segundo porque pasarla por encima te trae mala suerte no tienes cosecha ese año, los animales no paren y la vida se te pone muy dura no consigues animales que cazar y menos que pescar, Lo bueno es sentarse para verla pasar, ¡tu sabéis que es bonito! vela cuando termina de pasar, porque se eleva pal cielo a unirse con María Lionza”.

Allí conseguimos en Cantalicio no sólo su dominio sobre lo minero, sino también sobre lo agrario, lo económico e incluso sobre la cacería, es decir que junto a María Lionza, este dios de origen karibe, provee de alimentos y fortuna a los habitantes de la serranía de Aroa en Yaracuy.

En los ciclos cósmicos de esta manifestación es necesario adentrarse en la memoria de los pueblos amerindios e interpretar su legado en la memoria ágrafa del hombre mestizo, así como de soporte para la identidad y como presencia de toda una bastedad de cultos, ritos y mitos en Venezuela, el occidente venezolano y en particular en Yaracuy, este último como receptor principal de la toda una diversidad religiosa aborigen que se sustentan en un cúmulo de adoratorios naturales aguas arriba y aguas debajo de nuestro sagrado y cósmico río Yaracuy; este hecho es descrito por el profesor Santos López en el libro americanismo arte y antropología cuando señala “El camino hacia los antepasados lo señala un arcoíris y las dos puntas de esta comba, allá las vemos , nacen en diferentes tierras. Tal vez son dos bosques. Veo que hay un bosque en el cielo, donde moran nuestros ancestros.”

Este arcoíris es Cantalicio Mapanare que en su ciclo cósmico y como fuente de equilibrio proporciona a nuestra madre y Diosa poder en sus tierras o dominios.

Este hecho lo podemos confirmar en la entrevista hecha al señor Ricardo Servet Natural de la comunidad de Cocuaima de la parroquia Campo Elías, de Chivacoa municipio Bruzual del estado Yaracuy.

“Quien nos afirma que todavía hasta bien entrado los años 70 del siglo pasado era muy normal que quienes se acercaban hasta la montaña de Sorte a pedir a María Lionza auxilios o ayudas, al salir de esta, era necesario ir hasta la zona de Cocuaima a restaurar energías, en los aposentos de Don Cantalicio Mapanare, estos lugares son El Jagüey, la Cascada la Niña, bajo el amparo de las minas de cuarzo que custodia el padre Cantalicio entre la quebrada Cocuaima y Santa Elena en el sector la laguna”

Este relato, así como otros tantos, afirman el punto de equilibrio marital energético; entre estas dos deidades indígenas que reflejan el poder de ambos como dueños y señores del valle de Yaracuy.

Además estos hechos lo terminan de definir, una serie importante de huellas, marcas o símbolos que dejaron para la perpetuidad nuestros pueblos originarios, entre ellos se resaltan el petroglifo que se encuentra en el patio de la casa de Cayetano Rojas en el sector la laguna en campo Elías municipio Bruzual estado Yaracuy, el petroglifo la cara de los tres indios en el monumento natural cerro María Lionza sector Sorte y el menhir en el sector la laguna que con su forma fálica destaca el dominio de Cantalicio, estos tres elementos van conformando un triángulo energético que sustenta la memoria aborigen de nuestro culto.

Otro elemento que resaltan el vínculo de este binomio es La presencia mítica de la danta herrada, que en el ciclo minero de occidente, resalta sustancialmente el cambio que sufre el propio Cantalicio al convertirse en un “Danto” sobre el que cabalga María Lionza del sur al norte de Yaracuy y viceversa, o cuando este se transforma en arcoíris y posa una de sus combas en nuestro río Yaracuy, y que a decir de María Pérez, Carmen de Rojas y Juan de Dios Oropeza es la unión marital de María Lionza y Cantalicio Mapanare.

A Cantalicio también se le relaciona con la propia serpiente emplumada de los Aztecas “Quetzacohuatl”, puesto que en este territorio se habla de una serpiente de siete alas a la que se le debe ofrendar, cacao, miel y tabaco y en dicha Serranía del Tigre o de Aroa, es hábitat natural del quetzal Dorado que tanto veneran y veneraron los pueblos aborígenes de norte y centro américa.

Otro hecho que manifiesta la presencia de la mitología azteca en Yaracuy y su relación con Don Cantalicio Mapanare, nos la señala el propio Antolínez al referirse a la voz Chivacoa indicando lo siguiente:

“Extrañamente, Chivacoa, centro religioso del culto de la mujer serpiente… recuerda, en su fonética indígena al nombre de una diosa de los aztecas, Ciaucoatl, literalmente la mujer culebra. Esta Diosa de la luna y de la tierra, madre de las concupiscencias, de la vida, el nacimiento, la cópula y la muerte. Chivacoa pues puede ser muy bien, arcaico nombre de la mujer tragavenado”

Allí aparece nuevamente la fusión y equilibrio de ambas deidades; los mismos toman mayor fuerza cuando encontramos otras voces de tronco azteca en el estado Yaracuy, precisamente donde están los dominios de Cantalicio Mapanare específicamente las voces cocorote y Piguao y en el propio Cerro el Tigre de la jurisdicción yaracuyana; Todo este recorrido viene a confirmar que Yaracuy fue puente obligado para las influencias culturales de Centroamérica, los andes, las Antillas y la amazonia.

Es entonces Cantalicio Mapanare una deidad ancestral aborigen, que comanda la gran legión de los Don Juanes, que junto a Francisquito del Yurubí y Ezequías comandan a un sinnúmero de genios y duendes protectores de la flora y la fauna y las fuentes acuíferas y mineras de las tierras y bosques de María Lionza.

Chivacoa julio 2020.

Fuentes consultadas:

Escritas.
Almendros H. Oros Viejos, biblioteca familiar.
Antolinez G: Americanismo, arte y antropología, Uney 2009
Antolinez G: Hacia el indio y su mundo, 1946
Antolinez G: Los ciclos de los Dioses, 1995
Cabrera M y León L: El maíz en las culturas prehispánicas en meso y suramérica, 2006
Liscano J: El sentido de la tierra, 1956

Informantes o fuentes orales
De Rojas C
Oropeza J
Pérez F
Pérez M
Servet R

1 comentario:

Unknown dijo...

Gracias por compartir esta información vital para entender la configuración particular d nuestra historia sagrada. Realmente Cantalicio es esa misteriosa serpiente emplumada, parte de la hierogamia sagrada, y un recuerdo del legado de nuestros hermanos pueblos Inca, que entra a nuestro valle por conexión con la serranía.

Hermoso texto y bien documentada expresión de nuestro imaginario sagrado.