lunes, 9 de mayo de 2022

María Leonza en Palacio


FOTO: CÉSAR ESCALONA @OJOSANTROPOLOGICOS


Manuel Rodríguez Cárdenas

1972

Raúl Oviedo acaba de ponerle un par de banderillas de fuego a María Leonza. El Teniente, como lo llaman, viene luchando por establecer un centro turístico en Sorte y declaró a los periodistas, nada menos que desde el Palacio de Miraflores, que las aguas de aquellos al "tienen poderes milagrosos" porque son "curativas y afrodisíacas". Algunos de los que se bañaron allí en la pasada Semana Santa, dijo, se "han sentido más jóvenes", por que las aguas "son más fuertes que las de Yugoslavia".


Aparte de que, al fin, después de tanta gente como se murió buscándola, Oviedo encontró la Fuente de la Juventud, que da eso de Yugoslavia. He leído -no sé dónde- que en los Balkanes ciertos doctores le devuelven a los ancianos su lozanía primaveral con determinados tratamientos. Pero ignoraba que fuese con agua como la que brota en Sorte, cosa que Oviedo sabe. Bastará con zambullirse, pienso, por un lado, y salir por el otro convertido en un Adonis.


Y eso que imagino yo con la ingenuidad que me caracteriza, lo deben estar pensando a esta hora millares de personas más avispadas. Hasta ahora aquellas resonantes montañas han sido objeto de un asedio tumultuoso y multicoloro. Son gentes que van en busca de María Leonza, "la reina", como dicen ahora, para solicitar sus favores a través de numerosos chamanes o intermediarios que por allí deambulan. Portales, altares y residencias, como llaman los monumentos que levantan en homenaje del mitológico personaje, suelen verse entre las piedras o al pie de los altos árboles. Aparece allí María Leonza, según la representación de emperatriz europea que últimamente le han dado en retratos y bustos de yeso, rodeada de una corte en que figuran indios, negros y mulatos según características que los creyentes les van incorporando con el paso del tiempo. El ritual es ya tan complicado que en Chivacoa hay una tienda especializada y ampliamente surtida que se llama "Todo para la Reina", donde se adquiere infinidad de sustancias y objetos, de acuerdo con el favor que el cliente desee solicitar.


Todo el peregrinaje y el movimiento se debe a una cosa de la que ahora apenas si se oye hablar. La tradición contaba hace muchos años que en Sorte estaba el palacio de María de la Onza, llamado "El Encanto", y que desde allí ejercía potestad y jurisdicción sobre todos los animales del monte a los cuales, según la más radiante floración del mito, servía de protectora frente a la crueldad humana. Ahora quienes buscan su amparo son los crueles de ayer. De los animales nadie se ocupa.

Y es en ese momento, precisamente, cuando Oviedo Rojas descubre las aguas con "poderes milagrosos". Nada de extraño tiene que la sensacional noticia, unida al prestigio suprafísico de aquellos lugares produzca una ola de curiosidad popular junto con posibles intervenciones contradictorias de hombres enérgicos y decididos como el doctor Pepe Izquierdo, por ejemplo. Pero lo más probable si algunos se creen el cuento de Oviedo es que todo el movimiento alrededor de María Leonza sufra una nueva alteración. Eso de la fuerza "afrodisíaca" de las aguas puede convertir aquello en un balneario. Gente zumbándose de cabeza, damas en biquini saltando desde las piedras, ancianos propinándose el clásico baño de totumita, Don Juanes "margulléndose" como iguanas en el escaso lecho, señoras recogiendo botellas del invalorable líquido, facultos recetándolo por cucharadas.


Yo conozco a Oviedo desde que estábamos juntos, de muchachos, en el Colegio "La Salle" de Barquisimeto. Es imaginativo y emprendedor. Lo que no conocía era sus virtudes de hidrólogo, acuamántico y liquidoterapeuta. Las debe poseer. Y muy profundas, desde que hace lo que jamás se había visto hacer ni a brujo, ni a sabio alguno en la faz de la tierra: irse al Palacio Presidencial, rodearse de periodistas y desde allí lanzar su descubrimiento a los cuatro puntos cardinales. María Leonza ha entrado con él, de hrazo, a Miraflores. Lo cual nada tiene de raro en estos tiempos de mujeres-ministras, señoras jefes-civiles y damas gobernadoras. Si la culebra se mata por la cabeza parece que ya el matriarcado comienza a establecerse desde Palacio. 


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