Es bastante desconocido el hecho de que la inquisición o el "Santo Oficio", como también se llamaba, se haya extendido hasta el continente americano, donde junto con jesuitas, fungió como "los dos ojos tiránicos haciendo las veces de los de Dios, fiscalizándolo todo" - o cómo lo dijo Felipe II:
"12 clérigos del Santo Oficio mantienen la paz en mis reinos".
El inquisidor era el delegado especial de la Santa Sede (El Vaticano) en lo eclesiástico, y de los reyes en lo civil.
Fue instituida como "Inquisición Episcopal" por el papa Lucio III en el Sínodo de Verona en 1184, y como "Inquisición civil" contra la secta de los cátaros en 1231; luego entregada a los Dominicos. Reforzada en 1252 por la bula "ad extirpenda" fue aceptada la tortura por Inocencio IV en 1256. Cada tortura podía durar "únicamente" media hora, y no se podía repetir la misma "prueba" pero si una diferente y durante días.
En el poco probable caso de no llegar a ninguna confesión (en caso de reos muy fuertes) se declaraba al reo inocente, pero enseguida se le acusaba de otro cargo y se le empezaba a torturar de nuevo.
El primer "Auto de Fe" (o "quemazón" para ilustrarlo coloquialmente) se hizo en febrero de 1481 contra 6 judíos conversos, y la última víctima en España fue el Catalán Cayetano Ripoll en agosto de 1826, o sea que la inquisición duró en España casi 345 años. Pero no crean que hubo solamente una Inquisición católica. También hubo una anglicana que costó la vida a 72000 víctimas. La muerte en la hoguera se aplicaba porque la Biblia prohíbe derramar sangre. Por eso, a falta de leña, el Obispo de Beauvais Felipe de Dreux, mataba a los herejes con la maza.
En América existieron tribunales en México, Lima y Cartagena, cada uno con tres inquisidores. Sus víctimas más conocidas fueron los curas-patriotas Hidalgo y Morelos en México. Con el conquistador Cabeza de Vaca, llegó a América la primera adivinadora española y desde entonces hubieron millares de sospechosos en el continente. Por ejemplo, fue acusado en Chile un capitán de Marina de "sortilegio" por haber durado su travesía de Arica a Valparaíso solamente 20 días y no los tres meses normales, -a nadie le preocupó saber que había usado otra ruta evitando las corrientes del mar. La primera hoguera fue prendida en nuestro continente en Lima, en 1548, para quemar al flamenco Juan Millar.
Venezuela cayó oficialmente en 1610 bajo la jurisdicción de la inquisición de Cartagena, que nombró como "comisarios" provisionales a los obispos. Pero ya en 1569 Fray Pedro de Agreda nombró en Coro a Diego Gutiérrez como "investigador" con la orden de: "hagáis cualesquiera información contra cualquier persona tocante al dicho Santo oficio y prenderlas y tenerlas presas y hacer cualesquiera secuestro de sus bienes".
En Caracas la primera víctima fue el maestro de escuela Lucio Lombardo... quién tenía el vivero "Patio de los Claveles" en la esquina de Pelota a Abanico.
Fue acusado de brujo porque visitaba en las noches a los cementerios para estudiar las luces fosforescentes que despiden los huesos en descomposición, porque era su creencia "los principios de la vida Residen en la médula de los huesos".
Fue quemado públicamente en la esquina de Santa Bárbara, a la izquierda del puente sobre la quebrada Catuche.
Con mejor suerte se salvó en Coro, en 1618, el sastre Luis de Quesada, el cual por decir que "los curas mienten" fue condenado "únicamente" a 6 años de presidio y después fue desterrado de Venezuela.
En 1650 en Boconó un "proceso de idolatría" "contra el cacique por haber sacrificado un animal de pico largo llamado guache" para que su esposa se sanara de una enfermedad.
El 26 de febrero de 1713 hubo en Carache (estado Trujillo) un auto de fe contra los indios Matheo Frontino de San Miguel, Sal Pérez (de Guanda) y a Palos (de Boconó) al ser sorprendidos por el dogmatizador Juan de Mendoza ofreciendo cacao al Dios de la lluvia.
En 1750, el santo oficio aplicó en Siquisay, 50 latigazos, por haber adorado un ídolo, a los indios Benito Vázquez, Lorenzo Urbina, Gonzalo Patero y Dionisio "el tartamudo".
Hay noticias sobre un moro quemado en Ciudad Bolívar y otro moro fue salvado por los indios cuando la inquisición lo quería quemar.
Se llamaba así mismo Juan Fernández "El portugués" pero un día el Santo Oficio se dio cuenta que tenía una madre árabe y se llamaba en verdad Dagali (y como no estaba bautizado sino era un "infiel" o mahometano) lo condenaron a ser empalado vivo tal como la "Ley de las Indias" lo reglamentó con los no cristianos que entraron a las Américas.
Los españoles rechazaron la intercesión de su amigo, el cacique Arichuna, quién por esto asaltó de noche, liberó al árabe y se lo llevó al territorio de los indios libres.
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